Las devastadoras inundaciones que golpearon el estado de Texas durante el fin de semana del 4 de julio han dejado un saldo de al menos 110 personas fallecidas y 161 desaparecidas, según confirmó el gobernador Greg Abbott.

La tragedia, provocada por lluvias torrenciales que desbordaron ríos y anegaron comunidades enteras, generó una emergencia sin precedentes en la región central del estado, especialmente en el condado de Kerr, donde se concentran la mayoría de las víctimas.

Uno de los episodios más dolorosos ocurrió en un campamento de verano junto al río Guadalupe, donde 27 niñas y sus guías fueron sorprendidos por una repentina crecida del caudal. Tras una intensa operación de rescate, las autoridades confirmaron que todas habían fallecido. "Texas está de luto en este momento", dijo el senador Ted Cruz. “Las niñas que se perdieron en Camp Mystic son la pesadilla de cualquier padre”.

El sheriff del condado Kerr confirmó que entre los fallecidos hay al menos 28 menores y 56 adultos. Las operaciones de búsqueda siguen en curso, con la participación de helicópteros, barcos y equipos caninos, pese a las condiciones climáticas adversas. "La gobernación está comprometida con las personas afectadas por las inundaciones. No nos vamos a ir hasta que terminemos el trabajo", afirmó el gobernador Abbott, quien subrayó que el número de víctimas podría seguir aumentando en las próximas horas debido a los suelos saturados y la previsión de más lluvias intensas.

Las autoridades meteorológicas han emitido alertas de inundación adicionales, advirtiendo que el terreno no puede absorber más agua, lo que dificulta aún más las labores de rescate y evacuación. Mientras tanto, muchas comunidades permanecen sin electricidad ni agua potable, y varios puentes han colapsado debido a la fuerza del agua.

El presidente Donald Trump anunció que visitará Texas el próximo viernes para evaluar la situación y coordinar acciones de ayuda federal. En medio del caos y la tragedia, los testimonios de pérdida y solidaridad se multiplican, mientras los texanos intentan reconstruir sus vidas entre el dolor y la incertidumbre. "Estamos viviendo una de las peores tragedias naturales en la historia reciente del estado", concluyó Abbott.

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