Una nueva ola de denuncias sacude al sistema penitenciario cubano. Esta vez, los señalamientos apuntan directamente a la Prisión de Santa Clara, en la provincia de Villa Clara, donde varios testimonios revelan un patrón de abusos, corrupción y violaciones sistemáticas de derechos humanos.

Según los informes recibidos por esta plataforma, el jefe del penal, Yurianis Spek, encabeza un régimen interno marcado por el maltrato, la extorsión y la impunidad, en complicidad con otros funcionarios, entre ellos Ángel Figueroa Redondeaow, jefe de Orden Interior. Ambos son acusados de permitir y participar en prácticas ilegales que degradan la vida de los reclusos.

Los testimonios describen una realidad aterradora: venta de visitas y pabellones conyugales, sobornos a cambio de privilegios, ingreso ilegal de celulares y extorsión a familiares de presos.

Se señala, además, que los funcionarios manipulan los controles de alimentos y paquetes familiares, impidiendo arbitrariamente el ingreso de productos esenciales como carnes o comida elaborada, lo que agrava la desnutrición y el sufrimiento dentro del penal.

“Pobre del preso que se niegue a pagar lo que piden”, denuncian las fuentes. Quienes se resisten, afirman, son castigados con aislamientos, golpizas o privaciones, incluso en el caso de reclusos enfermos o con trastornos mentales.

Uno de los testimonios más estremecedores responsabiliza a Spek por el aislamiento indebido de un preso que fue hallado muerto, un hecho que, según los denunciantes, fue encubierto por la administración carcelaria.

Otro de los nombres señalados es el de Islander Laffita Turro, funcionario de Orden Interior acusado de agredir físicamente a los internos y exigirles comida, artículos de aseo y otros bienes personales bajo amenaza de castigo.

Estas denuncias no solo revelan un clima de terror, corrupción y deshumanización dentro de las prisiones cubanas, sino también una crisis ética y estructural que se perpetúa con la complicidad del silencio institucional.

Mientras tanto, los reclusos ya privados de libertad enfrentan cada día un infierno dentro del infierno, donde el poder se ejerce sin límites y la dignidad humana se desvanece entre barrotes.

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