La salud de Yasmany González Valdés, conocido como “Libre Libre”, despierta preocupación pública por su estado crítico dentro del penal Combinado del Este, en La Habana. Su esposa, Ilsa Ramos, denuncia que su esposo luce como un esqueleto: delgado al extremo, rostro hundido, brazos débiles como ramitas, sin piezas dentales y con dolores insoportables.

Ramos afirma que González fue arrestado en abril de 2023 tras realizar pintadas antigubernamentales —entre ellas consignas como “Yo no voto en dictadura. Los 75 viven” en muros del Malecón— como expresión de su rechazo al régimen cubano.

Fue acusado de propaganda enemiga o “propaganda contra el orden constitucional” y juzgado en febrero de 2024. La Fiscalía solicitó una condena de seis años, pero finalmente fue sentenciado a cuatro años de cárcel.

Desde su detención, González no ha recibido atención médica adecuada. Ramos ha denunciado que lo trasladaron preso sin haber completado un tratamiento odontológico que ya estaba programado y pagado. Tiene intensos dolores de muelas que apenas se calman con antibióticos e ibuprofeno llevados por su familia, pero la visita al dentista ha sido casi inexistente.

Además, ha perdido varios dientes, algunos se le cayeron al ser lanzado al suelo en una manifestación; en prisión le colocaron una prótesis (“plancha dental”) que también ha fallado.

Las condiciones de vida dentro del centro penitenciario parecen agravar su situación: las raciones de comida son mínimas, con arroz reducido a apenas 50 gramos; faltan productos de higiene. El suministro eléctrico es inestable y los presos viven rodeados de personas violentas. Ramos responsabiliza al Estado cubano —“a la dictadura”— por la integridad física de su esposo.

El caso de Yasmany González Valdés se inscribe en una tendencia más amplia de represión en Cuba. Organizaciones de derechos humanos estiman que cientos de presos políticos enfrentan condiciones similares: pendiendo de atención médica insuficiente, procesos judiciales sin garantías y castigos físicos o psicológicos.

Yasmany está preso por expresar públicamente su oposición a la dictadura mediante letreros antigubernamentales; condenado por propaganda; y ahora sufre un deterioro físico grave que ha sido denunciado por su esposa como consecuencia de la falta de atención médica y las pésimas condiciones penitenciarias. Sus palabras, imágenes y testimonio han servido para movilizar la atención internacional hacia su caso y el de muchos otros presos políticos.

Foto: Ilsa Ramos

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