Cubana rompe el silencio tras la muerte por COVID-19 de su hija

Redacción de CubitaNOW ~ lunes 13 de septiembre de 2021

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En medio del dolor, una activista cubana rompe el silencio para revelar a la prensa independiente cubana todo lo que aconteció alrededor de la muerte por COVID-19 de su hija en Cuba.

Se trata de Lucinda González Gómez, una desesperada madre que denunció a CubaNet que el deceso de Mónica Durán González, de 44 años, se produjo por las “fallas” del sistema de atención primaria de salud.

Durán González murió el pasado 23 de agosto debido a complicaciones derivadas de la COVID-19.

“Desde el principio hubo fallas, porque ella fue como siete días antes de que la ingresaran, primero al consultorio, después al policlínico, y le dijeron que [lo que tenía] era producto al asma que padecía”, señala González Gómez.

Asimismo, asegura que una semana después su hija empezó a tener fiebre alta y fue ingresada en un centro de aislamiento antes de tener que ser llevada de urgencia al Hospital Clínico Quirúrgico “Salvador Allende”, popularmente conocido como La Covadonga.

“Eso fue un sábado, y el domingo a las 3:00 de la mañana la trasladan para La Covadonga producto de la arritmia [cardiaca] que tenía y la falta de aire”, indica la activista.

En tanto agrega que en el centro de aislamiento su hija fue tratada con Interferón Alfa 2b Humano Recombinante, medicamento usado en Cuba para tratar a pacientes de COVID-19, y con el que, según datos revelados por el Ministerio de Salud Pública (MINSAP), se evita que los pacientes lleguen al estado de gravedad.

Pero esta madre cubana considera que el medicamento “tuvo el efecto contrario en el caso de su hija”, pues “después de ponérselo empeoró”.


Mónica Durán González también recibió las tres dosis de Abdala, una de las vacunas desarrolladas en Cuba contra el coronavirus, y que se aplica a la población aunque no haya sido validada por ningún organismo científico internacional.

“A mí me han dicho que después que te ponen la vacuna no se debe poner el Interferón porque hacen la misma función. Y, de hecho, lo que hizo fue bloquearle todo el sistema inmunológico, por eso empeoró”, indica.

González Gómez refiere que desde que su hija llegó a La Covadonga fue llevada a sala de cuidados intensivos y que solo sabía de ella por un parte médico cada 24 horas. Después lo redujeron a 12 horas.

“Por la arritmia que tenía y los espasmos por falta de aire es que deciden intubarla. Llegó allí por la negligencia médica, porque no la atendieron bien ni la diagnosticaron como paciente con COVID”, indica.

 

“El día antes de intubarla, ella me llamó y me dijo ‘Mamá, ayúdame que me estoy muriendo’. Me aparecí en el hospital y formé tremenda algarabía porque yo quería ver a mi hija, pero nunca me dejaron”, lamenta.

Al tiempo que recuerda que los médicos de la sala de terapia intensiva siempre le recomendaron que estuviera preparada para “lo peor” y nunca le dieron esperanzas de que su hija pudiera sobrevivir.

“Desde que me dijeron que estaba intubada yo sabía que no iba a ver más a mi hija. Después de eso, le hicieron un PCR que le dio negativo, o sea, ella tenía una bronconeumonía post-COVID. El médico de terapia me dijo que tenía los pulmones destrozados, que cuando llegó al hospital ya llevaba una semana o dos con la COVID. Eso fue lo que la mató: la falta de atención médica”, finaliza.


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