La tensión dentro del ala más radical del Partido Republicano volvió a estallar tras la abrupta ruptura entre el presidente Donald Trump y la congresista de Georgia Marjorie Taylor Greene, una de sus aliadas más visibles desde los inicios del movimiento MAGA. La legisladora denunció este sábado haber recibido amenazas luego de que Trump retirara públicamente su respaldo, un episodio que marca uno de los quiebres más significativos en el círculo de apoyo ultraconservador del mandatario.

A través de un mensaje publicado en X, Greene afirmó que “un foco de amenazas” se ha activado en su contra, alimentado —según dijo— por el propio presidente. “El hombre más poderoso del mundo está avivando esto. El mismo al que ayudé a llegar a la Casa Blanca”, escribió, sin detallar la naturaleza de las amenazas recibidas. Señaló además que grupos de “trolls radicales en internet” estarían intensificando el hostigamiento, asegurando que muchos de ellos son “pagados” para atacarla.

El conflicto escaló después de que Trump anunciara oficialmente que retira su apoyo a la reelección de Greene para las elecciones legislativas del próximo año. En declaraciones difundidas en Truth Social, el mandatario aseguró que la congresista “se ha vuelto una izquierdista” y que “traicionó al Partido Republicano”, calificándola incluso de “loca”. Para Trump, la ruptura comenzó cuando pidió a Greene que no buscara la gobernación ni un escaño en el Senado por Georgia, afirmando que las encuestas no le daban opción de victoria.

Greene, sin embargo, sostiene que la caída en desgracia tiene otro origen: su insistencia en que el Congreso divulgue los documentos relacionados con el fallecido multimillonario Jeffrey Epstein, acusado de encabezar una red de explotación sexual y con conexiones con personalidades influyentes, entre ellos el propio Trump. La congresista asegura que la presión para exigir esa transparencia provocó el quiebre definitivo.

Aunque durante años fue una defensora ferviente del movimiento MAGA, Greene ha expresado crecientes críticas hacia la administración Trump. La legisladora cuestiona que el gobierno haya abandonado su promesa de mantener una política exterior más aislacionista, señalando los recientes bombardeos en Irán y el continuo apoyo militar a Ucrania. También ha lamentado la ausencia de un plan sólido para reducir los costos médicos, un tema prioritario para sectores conservadores que reclaman alivio económico.

La ruptura entre Trump y Greene genera un reacomodo dentro del sector más duro del Partido Republicano, donde la congresista se había consolidado como una de las voces más estridentes y leales al mandatario. Su distanciamiento podría tener repercusiones en las primarias de 2026 y en la cohesión interna del bloque más radical del partido.

Con amenazas, acusaciones cruzadas y un creciente enfrentamiento público, el conflicto marca un punto sin retorno en la relación entre ambos. Mientras Greene denuncia represalias y pérdida de apoyo, Trump refuerza su control sobre el movimiento que él mismo lidera, dejando claro que ya no considera a la congresista parte de su círculo cercano.

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