Lo que debía ser una noche normal en La Habana terminó en tragedia el pasado 25 de octubre, cuando un violento accidente de tránsito en la Calzada de Managua, municipio Arroyo Naranjo, dejó dos personas gravemente heridas y provocó la pérdida de un embarazo de 34 semanas.

El siniestro ocurrió cuando un Jeep impactó de frente contra una motocicleta que transportaba a dos ocupantes. La fuerza del choque fue brutal, haciendo que ambos salieran despedidos varios metros. Testigos relataron que el conductor del Jeep abandonó la escena sin prestar auxilio, mientras los vecinos intentaban socorrer a las víctimas y alertaban a las autoridades.

Entre los heridos se encontraba Yakelin Guzmán Urkiaga, una joven embarazada de ocho meses, que fue trasladada de urgencia al Hospital General Docente “Enrique Cabrera” (Hospital Nacional). Allí, los médicos confirmaron la pérdida del bebé y diagnosticaron un estado crítico que mantiene en vilo a familiares y amigos.

Según reportó el medio independiente La Tijera, Yakelin sufrió un neumotórax traumático —colapso pulmonar provocado por el impacto— y un traumatismo cervical severo. Debido a la gravedad de las lesiones, los cirujanos tuvieron que intervenirla de inmediato. Pese a los esfuerzos médicos, su condición sigue siendo extremadamente delicada.

El conductor de la motocicleta, cuya identidad no ha sido revelada, también permanece ingresado en cuidados intensivos, con pronóstico reservado. Presenta múltiples fracturas y contusiones internas, y el equipo médico trabaja intensamente por estabilizarlo.

Horas después del accidente, la policía logró localizar y detener al conductor del Jeep, quien se encuentra bajo custodia en la Estación de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) de El Capri. Las investigaciones siguen en curso para esclarecer las circunstancias exactas del choque y determinar las responsabilidades correspondientes.

El trágico suceso ha reavivado el debate sobre la imprudencia vial y la falta de respeto a las normas de tránsito en Cuba, especialmente en zonas urbanas como La Habana, donde el aumento de accidentes se ha convertido en una preocupación constante.

Más allá de las estadísticas, este caso pone rostro humano al dolor que deja la negligencia al volante. La pérdida de un bebé y las heridas graves de dos personas jóvenes conmocionan a toda una comunidad, que permanece solidaria y expectante ante la evolución de las víctimas.

Mientras La Habana sigue estremecida por la tragedia, muchos recuerdan que la responsabilidad al conducir puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Historias como esta nos obligan a reflexionar sobre lo frágil que puede ser la vida y la urgencia de conducir con conciencia y respeto por los demás.

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