Con 94 años, Raúl Castro ha sobrepasado la edad en la que murió su hermano Fidel y sigue siendo una figura clave para la estabilidad del régimen, pese a haber cedido los cargos más visibles. En redes sociales circulan rumores sobre su salud, lo que reabre la pregunta de qué pasará en Cuba cuando ocurra su fallecimiento.

Al igual que en 2016 con Fidel, el anuncio probablemente se haría de manera solemne a través de los medios oficiales, en voz de Miguel Díaz-Canel, acompañado de un llamado a la unidad nacional y un período de duelo con ceremonias en la Plaza de la Revolución.

Aunque su muerte marcaría un hito histórico, no significa un cambio automático: la estructura de poder cubana sigue sostenida por el Partido Comunista, los militares y la élite económica de GAESA. Sin embargo, su ausencia podría abrir grietas en un sistema que se mantiene más por inercia que por legitimidad.

Posibles escenarios:

Escenario 1: Continuidad total. Díaz-Canel y la cúpula militar prolongan el castrismo sin los Castro visibles, manteniendo el control con mínimos cambios.

Escenario 2: Un poder más débil. Sin un líder histórico, el PCC queda en manos de burócratas con poca autoridad, lo que puede generar pugnas internas y acelerar la descomposición del régimen.

Escenario 3: Reformas maquilladas. Para sobrevivir a la crisis económica, podrían anunciar más espacio para mipymes o inversión extranjera, pero sin ceder poder político.

Escenario 4: Mayor crisis social. Si la muerte de Raúl coincide con un agravamiento de la crisis —marcada por inflación, hambre y éxodo—, la respuesta sería más represión y un resquebrajamiento de la cohesión interna.

A nivel popular, las reacciones serían mixtas: homenajes de los sectores alineados con el régimen frente al alivio de quienes ven en su partida el fin de una era. En cualquier caso, el hecho tendría enorme valor simbólico, pero no resolvería por sí solo la crisis estructural que atraviesa la Isla.

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