El canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, expresó a la agencia informativa Xinhua que el gobierno cubano veía como una gran oportunidad la extensión de la ruta de la seda a América Latina.

Sus declaraciones vienen a confirmar lo que expresó la Contralora General de la República, Gladys Bejerano, quien anunció en el mes de abril la disposición de Cuba para contribuir con la iniciativa, después de participar en el Foro Ruta de la Seda Transparente.

En medio de la guerra económica entre Washington y el país asiático, y las últimas restricciones de Estados Unidos a Cuba, este pudiera parecer un plan perfecto para inyectarle oxígeno a la maltrecha economía de la Isla. Políticamente, este suceso aumentará la influencia de China en Latinoamérica, cuyo comercio ascendió a 300.000 millones de dólares en 2018.

Según informó la agencia REUTERS, “las exportaciones de China volvieron a crecer inesperadamente en mayo a pesar del aumento de los aranceles estadounidenses, pero las importaciones bajaron a su mayor ritmo en casi tres años, en una nueva señal de una demanda local débil que podría llevar a Pekín a lanzar nuevas medidas de estímulo económico”.

Especialistas en el tema también han aclarado que este nuevo flujo económico no solo pudiera cambiar el mapa geopolítico de la región, sino transformar el pensamiento y la cultura de las naciones que se beneficien de su impacto.

La iniciativa de Pekín consiste en desarrollar una franja de corredores terrestres entre países y una ruta de navegación para uso comercial que van desde Asia hasta África, pasando por Europa Oriental.

Recomendado para ti