El presidente Joe Biden anunció nuevas acciones ejecutivas para limitar las solicitudes de asilo en la frontera entre Estados Unidos y México, activándose cuando se considere que la frontera sur está saturada.

La frontera se reabrirá cuando el flujo de migrantes esté bajo control, permitiendo al sistema estadounidense gestionar de manera segura y eficaz las operaciones fronterizas. Las restricciones se activarán si los encuentros diarios en la frontera superan los 2.500, y se mantendrán hasta que el número de encuentros baje a 1.500 por día.

Estas medidas permitirán a los agentes de inmigración expulsar rápidamente a personas sin una base legal para permanecer en el país, con excepciones humanitarias para niños no acompañados, personas con amenazas graves a su salud o seguridad, y víctimas de trata.

El endurecimiento de las políticas fronterizas de Biden se produce en un contexto electoral, con la inmigración como tema principal. Biden enfrentará al republicano Donald Trump en las elecciones del 5 de noviembre, en una repetición de la contienda de 2020.

La implementación de estas medidas aún genera preguntas. Por ejemplo, México acepta hasta 30.000 ciudadanos al mes de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela rechazados en Estados Unidos, un acuerdo que continuará bajo la nueva orden. No está claro qué ocurrirá con nacionales de otros países rechazados según la nueva directiva.

Biden, quien asumió el cargo en 2021 prometiendo revertir las políticas migratorias restrictivas de Trump, ha enfrentado niveles récord de migrantes cruzando ilegalmente la frontera, lo que ha tensionado a las autoridades fronterizas y a las ciudades receptoras.

Además, Biden ha intentado sin éxito aprobar un proyecto de ley en el Senado para fortalecer la seguridad fronteriza, que incluye disposiciones similares a las de sus nuevas medidas ejecutivas. El proyecto, elaborado por un grupo bipartidista de senadores, fue rechazado por los republicanos tras la oposición de Trump.

Antes del anuncio, la campaña de Trump criticó a Biden por los altos niveles de inmigración ilegal, argumentando que la excepción para niños no acompañados podría fomentar el tráfico de menores.

Las nuevas medidas de Biden reflejan un intento de equilibrar las demandas de seguridad fronteriza con consideraciones humanitarias, en un contexto político cada vez más polarizado sobre el tema migratorio.

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