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Beatriz Johnson y el teatro del poder entre los escombros de Santiago de Cuba

Redacción de CubitaNOW ~ domingo 5 de octubre de 2025

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Una vez más, Beatriz Johnson Urrutia aparece entre los escombros con su libreto de siempre: sonrisa ensayada, frases vacías y promesas recicladas. Llegó a Calle 10 de Altamira, en Santiago de Cuba, rodeada de cámaras, escoltas y funcionarios del Grupo Temporal de Trabajo —esa maquinaria que solo se activa cuando el desastre ya ocurrió— para “evaluar en el terreno el proceso de recuperación”.

Pero la realidad que el lente oficial evita mostrar es muy distinta. No hay recuperación alguna. La mayoría de las familias siguen durmiendo bajo techos rotos o entre paredes a punto de colapsar. La lluvia entra por los huecos, los niños se refugian bajo nylon, y los adultos cocinan con lo poco que quedó seco.

El olor a humedad y la desesperanza son el paisaje cotidiano de quienes fueron olvidados mucho antes del último temporal.

Los reportes oficiales mencionan “180 inmuebles dañados”, pero omiten un detalle esencial: la mayoría llevaba años deteriorándose sin mantenimiento ni atención. No fue la tormenta la que destruyó esas viviendas, sino la negligencia sistemática, la falta de materiales, la corrupción y la política del parche.

Mientras tanto, Johnson repite el guión de siempre. Promete que “nadie quedará desamparado por la Revolución”, una frase que se escucha tras cada tragedia en San Pedrito, el Caney o el Manglar. Pero la Revolución, esa palabra tan gastada, ya desamparó a todos hace tiempo.

Los santiagueros no necesitan más discursos ni visitas escenográficas. Necesitan techos, alimentos, y respeto. Necesitan funcionarios que lleguen antes del desastre, no después con las cámaras encendidas.

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La verdadera evaluación no se hace en el terreno para la prensa, sino en los hogares vacíos, en los niños que duermen sobre el suelo mojado, en las madres que han perdido la fe en cualquier promesa oficial. Lo demás es teatro político, una puesta en escena donde el poder actúa sobre las ruinas de un país que se cae a pedazos.

Entre los aplausos de sus acompañantes y las lágrimas de los damnificados, se repite el mismo espectáculo de siempre: el gobierno posando entre los restos de su propio fracaso. Porque, al final, lo único que se evalúa en Cuba no es la recuperación, sino la resistencia del pueblo ante el abandono.

Del perfil de Yosmany Mayeta



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