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Elián González, el niño de Fidel que olvidó a Celia, Benny y Capablanca

Redacción de CubitaNOW ~ domingo 19 de octubre de 2025

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El diputado cubano Elián González Brotons volvió a generar polémica tras afirmar, en una entrevista con el medio oficialista Cubainformación, que en la Cuba de antes de 1959 “no existían grandes artistas ni deportistas”, y que los logros culturales y deportivos del país se deben exclusivamente al sistema socialista.

Sus declaraciones, realizadas durante el IX Encuentro Continental de Solidaridad con Cuba, en Ciudad de México, reafirman el discurso oficial que durante décadas ha intentado borrar o minimizar la riqueza cultural y deportiva de la Cuba republicana.

Sin embargo, basta un breve repaso histórico para desmontar semejante falsedad.

Antes de que Fidel Castro llegara al poder, Cuba ya era un faro cultural y deportivo en América Latina.

La isla contaba con teatros, orquestas, cabarets, emisoras de radio, compañías de ballet y equipos deportivos que alcanzaban prestigio internacional.

Muchos de los artistas y atletas cubanos triunfaron dentro y fuera del país, abriendo caminos que la Revolución luego intentó apropiarse.

A modo de ejemplo, basta recordar diez deportistas surgidos y consagrados antes de 1959:

José Raúl Capablanca – Campeón mundial de ajedrez (1921–1927), uno de los grandes genios del tablero del siglo XX.

Kid Chocolate (Eligio Sardiñas) – Primer campeón mundial de boxeo cubano (1931).

Kid Gavilán (Gerardo González) – Campeón mundial wélter en los años 50.

Martín Dihigo – “El Inmortal” del béisbol latinoamericano, jugador y mánager de talla continental.

Adolfo Luque – Estrella del béisbol en las Grandes Ligas estadounidenses.

José Barrientos – símbolo del atletismo nacional.

Minnie Miñoso – Pionero afro-cubano en las Grandes Ligas, ídolo en Chicago.

Manolo Echevarría – Portero de la selección cubana en el Mundial de Fútbol de 1938.

Aureliano Carbonell – Figura emblemática del hipismo cubano.

Ramiro Ortiz – Campeón nacional de golf, referente de la élite deportiva de los años 40 y 50.

Estos nombres no solo contradicen a Elián González: lo desmienten de manera rotunda.

En el terreno artístico, las palabras del diputado resultan aún más absurdas.

Cuba, antes de 1959, ya había dado al mundo una constelación de músicos y compositores que definieron la identidad sonora del Caribe y dejaron huella en la música universal.

Veinte ejemplos bastan para demostrarlo:

Benny Moré – “El Bárbaro del Ritmo”, leyenda del son y el bolero.

Celia Cruz – Voz principal de La Sonora Matancera, ícono del Caribe.

Rita Montaner – “La Única”, símbolo del arte cubano en teatro y música.

Rosa Fornés – Diva del escenario y del cine musical.

Alicia Alonso – Fundadora del Ballet Nacional de Cuba, ya reconocida mundialmente antes del 59.

Sindo Garay – Patriarca de la trova tradicional.

María Teresa Vera – Voz y guitarra esenciales de la canción cubana.

Ernesto Lecuona – Pianista y compositor universal, autor de Siboney y Malagueña.

Ignacio Villa (Bola de Nieve) – Pianista y cantante de genio irrepetible.

Arsenio Rodríguez – Revolucionó el son montuno.

Miguel Matamoros – Autor de Lágrimas negras.

Ignacio Piñeiro – Padre del son habanero.

Dámaso Pérez Prado – “El Rey del Mambo”, fenómeno mundial.

Olga Guillot – “La Reina del Bolero”.

Ñico Saquito – Guarachero inmortal.

Gonzalo Roig – Autor de la zarzuela Cecilia Valdés.

Rodrigo Prats – Director y compositor lírico.

Eliseo Grenet – Creador de Ay, Mamá Inés y Tabú.

Bebo Valdés – Pionero del jazz afrocubano.

Armando Romeu Jr. – Director de la orquesta del cabaret Tropicana.

Todos ellos forjaron la identidad cultural de la nación cubana antes de 1959, mucho antes de que el aparato político intentara monopolizar la cultura como “logro revolucionario”.

Las declaraciones de Elián González reflejan algo más profundo que su desconocimiento personal: la consecuencia de una educación manipulada, diseñada para borrar medio siglo de historia republicana.

Educado bajo el privilegio de ser “el niño de Fidel”, Elián tuvo acceso a todo tipo de recursos, pero eligió —o fue conducido— al camino de la mediocridad política y el servilismo ideológico.

Su visión, repetitiva y acrítica, reproduce la narrativa de un régimen que prefiere el mito a la memoria, la obediencia a la verdad.

Ni los censores del presente ni los funcionarios obedientes podrán eliminar del recuerdo nacional a quienes construyeron la grandeza cultural y deportiva de Cuba antes de 1959.

Celia, Benny, Lecuona, Capablanca o Kid Chocolate no fueron productos del socialismo, sino de un país que respiraba libertad, competencia y creatividad, y que hizo de La Habana un epicentro de la modernidad latinoamericana.

Los hechos hablan por sí solos.

Elián González no enfrenta solo la evidencia de la historia: enfrenta su propia ignorancia.



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