La crisis sanitaria en Cuba alcanza niveles alarmantes, afectando incluso la atención pediátrica en hospitales clave de La Habana. Un claro ejemplo de esta situación es el Hospital Pediátrico "Borrás-Marfan", ubicado en El Vedado, donde la escasez de insumos básicos pone en peligro la vida de los niños que requieren atención urgente.
Uno de los problemas más críticos en este hospital es la falta de oxígeno medicinal. Actualmente, solo hay un balón de oxígeno disponible para suministrar aerosoles a los pequeños pacientes que llegan con dificultades respiratorias, según reporta el sitio digital La Tijera.
Mientras tanto, otros tres balones permanecen vacíos, apoyados contra una pared, sin que nadie ofrezca una explicación clara sobre por qué no han sido rellenados. La consecuencia inmediata de esta carencia es que los niños deben esperar horas en colas interminables para recibir un tratamiento esencial, mientras sus familiares observan angustiados la precariedad del sistema de salud.
El personal médico, aunque hace lo posible por brindar atención con los escasos recursos disponibles, no puede suplir la ausencia de materiales indispensables. Muchos doctores y enfermeras han denunciado de manera informal que el gobierno no prioriza la compra de insumos médicos, lo que agrava la situación de hospitales en todo el país.
La falta de oxígeno no es un caso aislado; la escasez de antibióticos, jeringuillas, sueros y otros medicamentos esenciales ha provocado que muchas familias recurran a la compra de estos productos en el mercado negro o dependan de donaciones enviadas desde el extranjero.
Los hospitales cubanos, que en el pasado fueron considerados referentes de salud pública, hoy enfrentan un deterioro progresivo.
La falta de inversión en infraestructura y equipamiento ha convertido a muchos centros médicos en lugares donde se sobrevive con lo mínimo. A pesar de ello, el gobierno sigue promoviendo la exportación de servicios médicos al extranjero, mientras que en el país la atención sanitaria se desploma.
En este contexto, la pasividad de muchos ciudadanos frente a esta crisis sanitaria es alarmante. La resignación y el miedo a represalias han impedido que se generen protestas o exigencias masivas de soluciones. Sin embargo, cada día que pasa sin respuestas, más niños y adultos ven comprometida su salud en un sistema que, lejos de mejorar, parece encaminarse hacia el colapso total.
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