En Irán, ser mujer es una condena. No solo por la violencia que muchas enfrentan dentro de sus hogares, por los matrimonios forzados, los abusos sexuales o la represión diaria. También porque el Estado puede decidir que tu vida ya no merece ser vivida.
Entre el año 2000 y 2022, al menos 233 mujeres fueron ejecutadas por el régimen iraní. Muchas de ellas fueron condenadas por delitos relacionados con drogas —en un sistema que ni siquiera garantiza un juicio justo—, y otras por asesinato, en contextos donde ese “delito” fue su única salida tras años de violencia doméstica insoportable.
En Irán, incluso por haber tenido relaciones sexuales fuera del matrimonio, una mujer puede ser sentenciada a muerte. ¡Esa es la magnitud del horror!
Uno de los casos más desgarradores es el de Atefeh Sahaleh. Tenía solo 16 años cuando fue violada por varios hombres. No se protegió a la víctima: el sistema decidió castigarla a ella, como si su existencia fuera el verdadero delito. Fue ahorcada. Su historia no es la única. Hay madres que son ejecutadas por orden de sus propios hijos, obligados a cumplir sentencias en nombre de una “justicia” que los deshumaniza a todos.
Los jueces, en su mayoría hombres, actúan sin neutralidad. Los abogados de oficio suelen ser exfiscales del Estado. La defensa real es un espejismo. Muchas mujeres ni siquiera tienen respaldo familiar. Son abandonadas, excluidas, silenciadas.
¡Esto no es cultura. No es tradición. No es soberanía. Es violencia de Estado. Es tortura institucionalizada. Es femicidio legal!
Las prisiones iraníes están llenas de mujeres valientes. Presas por quitarse el velo, por alzar la voz, por existir fuera del molde. Aún desde las celdas, siguen resistiendo. Mientras tanto, en gran parte del mundo, reina el silencio. Hay quienes eligen mirar hacia otro lado. Quienes lo relativizan por conveniencia política, quienes prefieren no incomodar.
Pero hoy, más que nunca, debemos alzar la voz. Por las que ya no pueden. Por las que esperan justicia. Por las que siguen vivas, resistiendo desde adentro. Que sepan que no están solas. Que desde todos los rincones del mundo hay quienes las escuchamos, las vemos y luchamos con ellas.
¡Comparte. Denuncia. Habla. Incomoda. Porque cuando callamos ante la injusticia, también nos volvemos cómplices!
Del perfil de Lara Crofs
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