La familia de Yoan Cruz Traba, un hombre de 49 años con diagnóstico de esquizofrenia paranoide y trastornos de personalidad, continúa su búsqueda desesperada en La Habana, luego de que desapareciera hace más de diez días sin dejar rastro.
Desde el 5 de junio, fecha en que fue reportada oficialmente su desaparición ante la estación policial de Aguilera, en el municipio Diez de Octubre, sus familiares no han parado de compartir alertas en redes sociales, con la esperanza de recibir alguna pista sobre su paradero.
Yoel Cruz, hermano del desaparecido, ha descrito a Yoan como una persona educada y no agresiva, de complexión delgada, piel india, cabello rizado con canas y una estatura de aproximadamente 1.80 m. No se conoce qué ropa vestía al momento de su desaparición, lo que complica las labores de identificación. La familia ruega que cualquier persona con datos relevantes se comunique a través de redes sociales.
"Lo más angustiante es el silencio institucional y la falta de respuestas concretas. Mientras el tiempo avanza, la incertidumbre y la desesperación aumentan", expresa Yoel en sus publicaciones. Este caso pone en evidencia una realidad alarmante en Cuba: la desaparición de personas vulnerables, especialmente aquellas con trastornos mentales, se repite con creciente frecuencia.
La situación se agrava debido a la escasez de medicamentos psiquiátricos en la Isla, lo que contribuye a descompensaciones graves entre los pacientes. Casos como el de Doraiky Águila Vázquez, una mujer de 48 años con demencia desaparecida desde marzo en La Habana, refuerzan la preocupación de muchas familias que sienten que el sistema no les brinda mecanismos de protección ni búsqueda efectivos.
"La falta de un canal oficial para visibilizar y dar seguimiento a estos casos obliga a las familias a depender de las redes sociales y la solidaridad ciudadana", denuncian activistas. Ante esta carencia, algunas organizaciones independientes como Yo Sí Te Creo en Cuba y Alas Tensas han creado la "Alerta Yeniset", mecanismo que busca aumentar la visibilidad y presión social en casos de mujeres desaparecidas, pero que no aplica en todos los escenarios, dejando a muchas familias sin alternativas reales.
Mientras no exista un protocolo estatal claro, los desaparecidos con enfermedades mentales seguirán siendo invisibles para las autoridades.
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