El Museo de Arte de Matanzas, una institución clave para la conservación del patrimonio cultural de la provincia, enfrenta un deterioro acelerado que amenaza con dejar en ruinas uno de los espacios más importantes para la historia y el arte en la región. A pesar de las advertencias y esfuerzos por preservar su infraestructura, el museo ha sido víctima de un conjunto de problemas estructurales y de gestión que lo han llevado a cerrar sus puertas al público.
Hace aproximadamente un mes, un derrumbe parcial del techo alertó sobre el estado crítico del edificio, una situación que ya había sido señalada desde finales de 2023. La museóloga Jenny Páez Morales subraya que la falta de acción por parte de las entidades responsables fue clave en el colapso. Desde el momento en que se diagnosticó un posible fallo estructural, las oficinas del Registro tuvieron que ser reubicadas en las salas de exposición, limitando aún más el espacio disponible para la muestra de piezas artísticas.
El colapso fue atribuido principalmente a una plaga de termitas, según la directora provincial de Patrimonio, Bielka Cantillo González. Aunque el techo había sido impermeabilizado en 2022, las vigas ya estaban gravemente afectadas. Este problema estructural, sin embargo, se agravó por la antigüedad del edificio, cuyos orígenes se remontan al siglo XIX, y por la vibración constante causada por una parada de ómnibus cercana, que ha debilitado aún más los cimientos de la edificación.
A pesar de que una estrategia de recuperación fue diseñada en 2023, las acciones se vieron frenadas por una serie de retrasos burocráticos y la falta de recursos. Incluso cuando los materiales de construcción estuvieron disponibles, como las maderas para apuntalar el techo, la ausencia de combustible necesario para su transporte demoró aún más el proceso. Para el momento en que los recursos finalmente llegaron, el daño ya estaba hecho.
El problema no solo es técnico, sino también administrativo. Según Páez Morales, hubo una demora excesiva en la autorización del combustible, lo que impidió que los trabajos de apuntalamiento se realizaran a tiempo. Este tipo de dilaciones se han vuelto comunes, y el museo ha sufrido las consecuencias de una gestión ineficiente que no prioriza la protección de sus bienes culturales.
Además, la ubicación actual del Museo de Arte, en un edificio compartido con el Registro de Bienes Culturales, ha exacerbado el problema. Las vibraciones generadas por el tránsito pesado y la acumulación de polvo y hollín desde la calle no solo afectan la estructura del edificio, sino que también ponen en riesgo las piezas valiosas que alberga. A pesar de múltiples solicitudes para reubicar la parada de ómnibus, las autoridades no han tomado acción.
El museo, fundado en 1998, ha visto aumentar su colección de manera significativa, pero no cuenta con el espacio suficiente para exhibir adecuadamente todas las obras. Como resultado, los visitantes, en ocasiones, deben conformarse con observar algunas piezas a través de las rejas de las ventanas del almacén.
Aunque se ha prometido una nueva sede para el museo en la Calle Medio, el proyecto de restauración está apenas en sus primeras etapas y se prevé que la remodelación sea lenta debido a la falta de financiamiento. Mientras tanto, el Museo de Arte de Matanzas seguirá en su precaria ubicación actual, con cada día que pasa reduciendo el espacio disponible para albergar sus valiosas colecciones.
Si no se toman medidas urgentes, la ciudad corre el riesgo de perder uno de sus más importantes tesoros culturales.
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