Alfombra ideológica y cine oficial: el régimen convierte una proyección en acto de propaganda
Redacción de CubitaNOW ~ miércoles 24 de diciembre de 2025
En Cuba, la propaganda no se toma descanso. Cuando falta el pan, aparece el relato; cuando no hay luz, se enciende la épica. Esta vez, el aparato cultural del régimen transformó una simple proyección cinematográfica en un acto político de alto simbolismo, celebrado nada menos que en la sede del Comité Central del Partido Comunista.
Allí, bajo la iluminación medida del poder, Miguel Díaz-Canel y Roberto Morales Ojeda asistieron a la exhibición de Nora, la más reciente producción del ICAIC, dirigida por Roly Peña. La prensa oficial presentó el evento como “un intercambio cultural”; en la práctica, fue una función privada de cine político diseñada para consumo interno y validación ideológica.
La película, “inspirada en hechos reales”, retoma un libreto conocido: una espía cubana infiltrada en supuestos “grupos terroristas de Miami”. Es un enemigo reciclado que el régimen desempolva cada vez que necesita justificar su paranoia o desviar la atención del colapso cotidiano. Mientras tanto, en la Cuba real, nadie se infiltra en nada: son los ciudadanos quienes aprenden a medir palabras, esconder opiniones y convivir con el miedo. En el universo del cine oficial, en cambio, la heroína encarna “resistencia” y “soberanía”, conceptos repetidos hasta vaciarse de contenido.
Tras la proyección, Díaz-Canel cumplió con el ritual. Con tono de consigna afirmó que “como Nora y como David hay mucha gente en nuestro pueblo”, una frase que sonó más a línea de guion que a convicción. Morales Ojeda, en su papel de eco ideológico, asintió. El auditorio, compuesto por cuadros del Partido, burócratas culturales y artistas alineados, respondió con aplausos automáticos. El teatro estaba completo.
El presidente del ICAIC, Alexis Triana, y el director Roly Peña hablaron de “revitalizar el cine cubano”, una afirmación que roza el sarcasmo cuando se contrasta con la realidad: el cine que incomoda, que cuestiona la censura, la miseria o el exilio, no tiene cabida institucional. Nombres como Miguel Coyula o Carlos Lechuga no pisan estas salas; sus obras no reciben aplausos, sino silencios administrativos.
“Yo no tengo que importar héroes: los tengo en mi historia”, dijo Peña. Lo que no dijo es que muchos de los verdaderos héroes del cine cubano están fuera del relato oficial, marginados o creando desde el exilio. Los que sí caben en Nora son los de siempre: personajes de cartón, ensamblados con consignas y enemigos imaginarios para sostener un discurso que ya no convence ni a quienes lo repiten.
La noche cerró según el manual: entrega de afiches, fotos para el archivo ideológico y sonrisas para la prensa. Nadie habló de los cines cerrados, los proyectores rotos o la cultura en ruinas fuera de La Habana. La realidad, una vez más, quedó fuera de la sala.