Visita de Díaz Canel a Cacocum y 'Urbano Noris' : mientras el pueblo actúe con servilismo y la dictadura emplee la demagogia, habrá revolución para rato
Redacción de CubitaNOW ~ viernes 7 de noviembre de 2025
Mientras una parte del pueblo actúe con servilismo y la dictadura emplee la demagogia no hay solución posible para Cuba. El ciclo de promesas vacías y dependencia se repite generación tras generación y no pasa nada. No es solo una cuestión de liderazgo; es una red tejida con miedo, falta de información y gratificaciones mínimas que funcionan como anclas.
En Cacocum y "Urbano Noris", territorios orientales devastados por Melissa, la imagen no deja de sorprender; gritos de “¡Viva Díaz-Canel!” se mezclan con la resignación de comunidades que llevan décadas esperando soluciones reales.
Los comentarios de la gente en la publicación lo expresan sin filtros: “Mientras exista este tipo de personas, se va a hacer bien difícil para Cuba conseguir la democracia” escribe Luis González, y otros responden con dureza: “Se merecen lo que tienen” o “Que se mueran de hambre y miseria”.
Hay también quien reconoce matices: “No todos fueron”, apunta Clark Aldana, mientras Yayi Gavilán aclara que no todos los que viven en Cacocum son así y que su reacción es de fe, no de servilismo político.
El problema no es solo la manipulación desde arriba; es la fragilidad del tejido social. Cuando individuos aceptan limosnas o alivios temporales a cambio de lealtad pública, la moral colectiva se corrompe. Se crea una economía de favores que compra silencio y aplausos. “Los esclavos felices son los peores enemigos de la libertad”, recuerda alguien en los comentarios, citando una frase que pesa como sentencia.
Sin embargo, la narrativa simplista de culpabilizar exclusivamente a las personas empobrecidas falla en ver las responsabilidades del sistema: la ausencia de alternativas económicas, la represión de voces críticas y la falta de educación cívica fortalecen ese servilismo. Además, las redes sociales revelan rencor y desesperanza: “Que sigan esperando las promesas… se van a morir en la pobreza”, dice Ana Morejón y muchos la secundan.
La discusión pública está salpicada de dolor y de juicios rápidos: “Se merecen lo que tienen”, “Qué pena”, “Hasta cuando el engaño al pueblo”. Esos comentarios muestran el desgaste social y también la polarización entre quienes culpan a la gente y quienes señalan al sistema. La indignación ciudadana convive con cierto abandono moral de la política local.
Hace falta valentía colectiva: organizaciones independientes, prensa libre y solidaridad genuina que no mercadee con la dignidad. Solo así la esperanza dejará de ser un eslogan y podrá convertirse en proyecto compartido. Es hora de actuar ya.
Fuente: La Tijera