En medio de la actual crisis económica que atraviesa el país, numerosos adultos mayores sin apoyo familiar han comenzado a vender objetos personales y utensilios del hogar con el fin de garantizar su sustento diario. Así lo reportó el comunicador Cesario Navas, quien recogió testimonios e imágenes de personas mayores ofreciendo en portales, zaguanes y esquinas diversos artículos acumulados a lo largo de sus vidas.

Según el reporte, entre los bienes puestos a la venta se encuentran vajillas, platos, tazas, relojes, cubiertos, pequeños electrodomésticos y ventiladores.

Muchos de estos objetos han formado parte del patrimonio doméstico durante décadas, y eran conservados como elementos útiles o de valor sentimental.

Ahora, sin otra alternativa para acceder a alimentos o medicamentos, sus propietarios se ven obligados a desprenderse de ellos.

“Tenemos que vender cualquier cosa de la casa para poder sobrevivir”, explicó uno de los entrevistados por Navas.

El fenómeno ha comenzado a ser cada vez más común en barrios de distintas provincias del país, donde los adultos mayores, especialmente aquellos que viven solos, enfrentan serias dificultades para cubrir sus necesidades básicas.

En muchos casos, los ingresos provenientes de pensiones o ayudas sociales resultan insuficientes ante el encarecimiento de productos esenciales y la escasez de bienes en los mercados. La falta de redes de apoyo familiar o comunitario agrava la situación de vulnerabilidad de estas personas.

Navas señala que la escena de ancianos ofreciendo en la calle objetos del hogar adquiridos durante años se ha vuelto parte del paisaje urbano.

Algunos colocan mesas improvisadas para mostrar los artículos; otros los exhiben desde los marcos de las ventanas o balcones de sus viviendas, esperando encontrar algún comprador.

Aunque no se ha emitido un pronunciamiento oficial sobre esta práctica creciente, diversos actores sociales han comenzado a documentarla como un indicador de las condiciones de vida de la población mayor en el país.

El comunicador cierra su nota con una expresión que ha ganado resonancia popular en los últimos tiempos: “Liborio, ¿hasta cuándo?”, reflejando una inquietud que se escucha con frecuencia entre los ciudadanos.

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