Un fuerte mensaje circuló recientemente en redes sociales, expresando el hartazgo de muchos cubanos frente a la difícil situación que atraviesa el país.

La publicación, destacada por el periodista Rolando Nápoles desde su perfil de Facebook, fue compartida por una ciudadana cubana que, en un momento de desesperación, instó al presidente Miguel Díaz-Canel a “vender Cuba” o entregarla “a quien quiera, a los chinos, a los rusos”, debido al sufrimiento extremo que vive la población.

La cubana, cuya identidad no fue divulgada por motivos de seguridad, resumió con palabras directas la frustración de millones de ciudadanos que enfrentan una escasez crónica de alimentos, medicinas y productos básicos, así como cortes de electricidad frecuentes, transporte limitado y una inflación que ha erosionado el poder adquisitivo.

Su mensaje refleja un cansancio generalizado ante la falta de soluciones y la creciente sensación de abandono por parte del Estado.

En el post, compartido por el periodista, se percibe un grito de desesperación que no es aislado. Muchos cubanos, en entrevistas y declaraciones públicas, han expresado que la vida cotidiana se ha vuelto casi insostenible, describiendo largas colas para adquirir productos esenciales, aumentos constantes en los precios, dificultades para acceder a servicios de salud y limitaciones en la movilidad y la conectividad digital.

La indignación ciudadana también se manifiesta en el sentimiento de pérdida de oportunidades y en la imposibilidad de planificar un futuro estable dentro del país.

Aunque la publicación fue controversial, se ha convertido en un símbolo del hartazgo social acumulado durante años de crisis económica, políticas restrictivas y falta de libertades.

Este mensaje, breve pero directo, ilustra la voz de los cubanos comunes, quienes en medio de la miseria y la incertidumbre sienten que sus necesidades más básicas siguen sin ser atendidas y que la paciencia popular está al límite.

El post generó múltiples comentarios de solidaridad y eco en distintas plataformas, reflejando que la frustración expresada por esta mujer no es aislada, sino compartida por un amplio sector de la población que enfrenta diariamente condiciones de vida extremas.

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