La Nochebuena de este año en La Habana dejó una estampa que muchos cubanos describen como la más desoladora de sus vidas. En barrios tradicionalmente vibrantes como El Vedado, lo que antes eran risas, música, brindis y familias reunidas, hoy son calles vacías, silenciosas y sumidas en la oscuridad. Los comentarios de los ciudadanos reflejan un dolor compartido, una mezcla de nostalgia por lo que fue y frustración por lo que es.

“Mi barrio es un cementerio”, dijo una habanera, resumiendo en pocas palabras el sentir general. Otros recordaron con amargura aquella ciudad que reía, soñaba y tenía esperanzas. “¿Dónde está mi Habana?”, preguntó un vecino con incredulidad, al ver su entorno completamente apagado en una fecha que, en otros tiempos, significaba unión y celebración.

El apagón que dejó sin electricidad a gran parte de la capital durante la Nochebuena se convirtió en símbolo del colapso que vive el país. Mientras algunos señalaban que, al menos, “no les quitaron la luz”, los santiagueros reaccionaron diciendo que en su provincia “todo está apagado”, marcando una realidad que se extiende de un extremo al otro de la Isla.

El denominador común en los comentarios es la tristeza profunda. No solo por la falta de electricidad, sino por la ausencia de alimentos, de entusiasmo, de motivos para festejar. “Si no hay nada que celebrar”, escribió otro usuario, reflejando un estado emocional colectivo que se expande en la población.

Aunque algunos intentan justificarlo mencionando el embargo, la mayoría centra sus reclamos en la inacción y la indiferencia del sistema. “Han matado un país, y sus habitantes lo han permitido”, apuntó uno de los comentarios más duros. Otros advertían que lo peor está por venir, asegurando que el 2026 podría ser “apocalíptico”.

La sensación de abandono estatal también aflora con fuerza. Una lectora expresó que los únicos lugares con ambiente navideño son “los bares y restaurantes de ellos, donde se burlan del pueblo y exprimen a los familiares del exterior; o los hoteles con los pocos turistas que aún visitan Cuba”. La fractura social es cada vez más evidente.

En medio de la desesperanza, algunos llamados invitan a la reflexión colectiva. “Un pueblo sin cerebro actúa así”, escribió alguien con crudeza, mientras otro añadió: “Hay que buscar una solución social como país, o morirán en la miseria mientras el noticiero celebra logros”.

Las imágenes de una Habana vacía, silenciosa y apagada en Nochebuena son la evidencia más dolorosa del deterioro que vive Cuba. No es solo un apagón eléctrico; es un apagón emocional, social y cultural.

Pero entre tanta oscuridad, también aparece la súplica:

“Dios mío, levanta nuestra tierra. Ten misericordia de Cuba”.

Ese ruego, repetido una y otra vez, demuestra que incluso en el cansancio y la tristeza, todavía queda un punto de luz: la esperanza de que un día, Cuba vuelva a encenderse.

Del perfil de La Tijera

Recomendado para ti