El actor cubano Alejandro Cuervo volvió a ser tema de controversia en redes sociales tras sorprender a su esposa, la odontóloga Arletis Rodríguez, con un moderno automóvil eléctrico FAW Bestune NAT E5, valorado en más de 20 mil dólares. El gesto, que pretendía ser una muestra de amor y éxito, se convirtió rápidamente en una ola de críticas e ironías por parte de los internautas cubanos.

El video, compartido en el perfil de Instagram del actor, muestra a Arletis emocionada al recibir el vehículo adornado con un enorme lazo rojo. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue el mensaje promocional con el que Cuervo acompañó la publicación, destacando las supuestas ventajas y garantías de la empresa MCV Comercial S.A., representante oficial de Mercedes-Benz en Cuba.

“Las grandes decisiones se toman con el corazón, pero también con la certeza de estar en buenas manos”, escribió el artista, sin imaginar el aluvión de comentarios sarcásticos que vendría después.

“Seguro ya compró la planta eléctrica”, “Yo soy maestro, gano 3,457 pesos cubanos, ¿en cuántos años llego a ese carro?”, “Desconectados de la realidad del pueblo”, fueron algunas de las respuestas más repetidas en el post. Para muchos, el lujo del regalo y su tono publicitario resultaron una provocación en medio del caos económico que vive el país.

El FAW Bestune NAT E5 es un modelo eléctrico de origen chino con autonomía de 315 kilómetros por carga y se incluye en el catálogo de autos de MCV Comercial S.A., que también vende vehículos Mercedes-Benz con precios que pueden superar los 190 mil dólares.

Mientras el actor celebra su nueva adquisición, la mayoría de los cubanos enfrenta apagones de hasta 12 horas, falta de combustible, transporte colapsado y una inflación que convierte los sueños de tener un carro propio en una fantasía inalcanzable.

En un país donde la prioridad es conseguir comida o medicamentos, la imagen de un famoso promoviendo autos de lujo ha sido vista como una burbuja de privilegios. Muchos se preguntan si estas campañas publicitarias no son, más bien, una muestra del abismo que separa a las figuras públicas del pueblo cubano.

Porque mientras unos “encienden motores”, otros siguen a oscuras.

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