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'Que los liberen': el ruego desesperado de los padres de los condenados a cadena perpetua por Fidel Castro en 2003 por un secuestro de avión que nunca ocurrió

Redacción de CubitaNOW ~ martes 22 de abril de 2025

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Por más de dos décadas, cinco hombres han sobrevivido entre rejas en cárceles cubanas, condenados a cadena perpetua por un delito que jamás llegó a consumarse. Su verdadero crimen: intentar escapar del país en busca de libertad. Esta es su historia.

El 10 de abril de 2003, cinco jóvenes cubanos protagonizaron un desesperado intento de huida del país. Querían llegar a Estados Unidos y para ello trazaron un plan que consistía en desarmar a un recluta en una unidad militar en la Isla de la Juventud y dirigirse con ese fusil hacia el aeropuerto local, con la idea de secuestrar un avión que volaba desde La Habana. Nunca lo lograron. Fueron arrestados antes siquiera de poner un pie en la terminal aérea. No hubo víctimas, ni rehenes, ni heridos. Ni siquiera hubo avión.

Aun así, fueron acusados de “terrorismo” y “robo con violencia”, y condenados a cadena perpetua en un juicio sumario en el que la justicia no tuvo espacio. Los condenados —Leudis Arce Romero, José Ángel Díaz Ortiz, Francisco Reyes Rodríguez, Lázaro Ávila Sierra y Jorge Luis Pérez Puentes— llevan ya 22 años encarcelados, cumpliendo una pena desproporcionada por un acto que no se consumó.

Un juicio controlado por Fidel Castro

El juicio de estos jóvenes no fue más que una farsa al servicio del poder. Así lo describe Leudis Arce Romero, uno de los condenados, desde la cárcel:

“Fue una farsa, un circo montado. No hubo ni la más mínima justicia para con nosotros. Tanto los jueces, el fiscal, como los abogados cumplieron órdenes directas de Fidel Castro, y condicionados a este estado de miedo, actuaron, dictaron sentencia, sin importarles lo que estaban haciendo”.

El proceso judicial fue parte de una política represiva que el entonces gobernante Fidel Castro decidió aplicar con mano dura en respuesta a una serie de intentos de fuga y brotes de disidencia. Solo días antes de este intento fallido, tres jóvenes habían sido ejecutados por secuestrar una lancha para huir a Miami. El mensaje era claro: cualquier desafío al poder tendría un costo altísimo.

En palabras de Leudis Arce Romero:

“Nunca vimos el avión, nosotros nunca tuvimos rehenes, no tocamos a nadie. Nosotros no matamos a nadie. Nada, todo fue una tentativa... El único delito fue que le quitamos el armamento al guardia en la Unidad Militar”.

Y sin embargo, el fiscal pidió y logró la cadena perpetua para todos ellos, con la anuencia silenciosa de una defensa que brilló por su ausencia.

Un abogado que huyó y guarda silencio

Gerardo Arcia, el abogado defensor de los cinco acusados, no movió un dedo por intentar reducir sus penas. Según Leudis, ni siquiera ofreció argumentos para evitar la perpetuidad. En 2016, Arcia dejó Cuba y se estableció en Estados Unidos, donde lleva una vida tranquila y sin sobresaltos.

Cuando el medio ClickCuba intentó obtener su versión de los hechos, el abogado no respondió. Su silencio no ha hecho más que avivar la indignación de las familias de los condenados, que lo acusan de complicidad con el régimen y de haber sido una pieza más en un engranaje de represión judicial.

22 años de prisión sin esperanza

El relato de Leudis desde la cárcel es estremecedor. Describe condiciones infrahumanas, desnutrición, falta absoluta de medicinas y una rutina carcelaria marcada por el abandono:

“Esto es criminal, hay goteras por todos lados, ratones, cucarachas. La comida (...), tres cucharadas de arroz, un plato fuerte ahí que no se sabe ni lo que es, y un pedacito de calabaza podrida. El medicamento, desaparecido completo, aquí no hay un medicamento de nada”.

Leudis tenía 27 años cuando fue encarcelado. Hoy, con 49, ha pasado casi la mitad de su vida tras las rejas por un delito que nunca se concretó.

Clamor familiar y mediación fallida

Durante años, los familiares de los condenados han intentado, sin éxito, lograr su liberación. Han apelado a instituciones cubanas, a organizaciones internacionales y, recientemente, a la Iglesia Católica.

En mayo de 2023, tres madres y la hermana de Leudis entregaron una carta al cardenal Juan de la Caridad García y a Monseñor Emilio Aranguren, pidiendo clemencia. Helen Arce Romero, hermana de Leudis, relató la entrega:

“Mi mamá, la mamá de Ortiz, del otro muchacho que está con él. Yo, personalmente, fui a entregarla. Me dijeron: ‘si él tiene una respuesta para usted, él le dará la respuesta. Si no le llega la respuesta, es porque no tiene respuesta para usted’”.

Hasta el día de hoy, no han recibido respuesta alguna. La mediación de la Iglesia, como en tantos otros casos en Cuba, ha sido infructuosa.

La voz del padre: “Fue una orden de Fidel Castro”

Bartolo Arce, padre de Leudis, ha roto el silencio en medio del dolor y la indignación. Sus palabras son una acusación directa al régimen de Fidel Castro:

“Fue Fidel Castro quien sancionó a estos cinco seres humanos, y fue él quien ordenó al jurado, incluyendo a los abogados defensores, que los acusaran de terrorismo de Estado, para que fueran condenados a la pena de muerte o a cadena perpetua. Esta fue una orden acatada al pie de la letra”.

Y agrega:

“Se violaron los derechos humanos de estas cinco personas. Lo que hubo fue odio, venganza… El único ‘delito’ que cometieron fue desarmar a un soldado que los amenazó con su fusil y les dijo que iba a tocar una campana para que vinieran a llevárselos presos. No le hicieron ni un rasguño”.

Un sistema judicial al servicio del poder

Este caso no es una excepción. En Cuba, el sistema judicial ha sido históricamente un instrumento del poder político. Bajo el mando de Fidel Castro, los jueces no eran árbitros imparciales, sino ejecutores de las decisiones tomadas por el liderazgo del Partido Comunista. El juicio contra estos cinco jóvenes fue simplemente la teatralización de una condena que ya estaba escrita desde el Buró Político.

En el caso de la Causa 17/2003, como se conoce en los archivos judiciales, no se respetó el debido proceso, ni se consideraron las circunstancias atenuantes, ni se ofreció una defensa efectiva. Fue una sentencia ejemplarizante diseñada para sembrar el miedo.

¿Y ahora qué?

Han pasado 22 años. Los condenados ya han pagado con creces el precio de su intento. No causaron daño físico a nadie. No lograron su objetivo. No tenían antecedentes violentos. Solo querían huir de un país que les negaba futuro. Siguen en prisión por haber soñado con libertad.

Hoy, desde los medios independientes, desde las redes y desde la sociedad civil cubana y del exilio, es necesario volver a gritar este caso. Es tiempo de exigir justicia, de pedir una amnistía, de restaurar derechos fundamentales.

La permanencia de estos hombres en prisión es una herida abierta en la historia reciente de Cuba. Una herida que solo podrá cerrarse cuando la justicia sustituya al miedo, cuando los tribunales dejen de ser escenarios de represión, y cuando el poder político ya no dicte sentencias disfrazadas de legalidad.

Es hora de liberar a los cinco. Es hora de reparar una injusticia que lleva 22 años demasiado tarde.

Declaración de Bartolo Arce - Padre de Leudis:

Yo, padre de Leudis, debo decirles que fue Fidel Castro quien sancionó a estos cinco seres humanos, y fue él quien ordenó al jurado, incluyendo a los abogados defensores, que los acusaran de terrorismo de Estado, para que fueran condenados a la pena de muerte o a cadena perpetua. Esta fue una orden acatada por ese jurado al pie de la letra, donde se violaron los derechos humanos de estas cinco personas.

El único “delito” que cometieron fue desarmar a un soldado que los amenazó con su fusil y les dijo que iba a tocar una campana para que vinieran a llevárselos presos, por andar cerca de una unidad militar. Le quitaron el arma, pero no le hicieron ni un rasguño al guardia. Aun así, les hicieron un juicio sumario, donde la justicia brilló por su ausencia. Lo que hubo fue odio, venganza y el cumplimiento de una orden terrorífica, por la cual fueron víctimas de un presidente sediento de eliminar a quien pusiera en peligro su jerarquía en un poder totalitario y genocida, sin la menor empatía humana ni remordimiento.

Ese mismo presidente —Fidel Castro— fue quien mató, mandó a matar, asaltó cuarteles y puso más de 100 bombas en una sola noche en La Habana. También fue quien mandó a hundir el remolcador "13 de Marzo", cargado de niños, mujeres y adultos. Secuestró una nave de Cubana de Aviación desde Miami hacia Cuba, llena de pasajeros, donde traían armas para los rebeldes de la Sierra Maestra. Desviaron el avión, se le terminó la gasolina y cayó en la bahía de Nipe, en Holguín, donde hubo víctimas, incluyendo niños y personas mayores. Fidel nunca pagó por todos esos crímenes.

En el caso de los muchachos también participó el cineasta norteamericano Oliver Stone, quien lo único que hizo fue lavarle la cara a Fidel Castro.

Entonces, ¿quién es más terrorista: Fidel o los muchachos? Saquen ustedes sus propias conclusiones.

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