El fallecimiento de los dos militares de la West Virginia National Guard en Washington, cerca de la White House, ha generado una conmoción inmediata. El suceso ocurrió en la intersección de las calles 17 y I, a solo unos bloques de la residencia presidencial, en una zona por donde habitualmente patrullaban miembros de la Guardia Nacional.

Según declaraciones de la policía local, un hombre armado se acercó hasta dar la vuelta a una esquina, sacó una pistola y disparó contra los soldados que hacían guardia. Luego de los disparos, otros guardias y agentes presentes consiguieron reducir al agresor, quien resultó herido tras un intercambio de tiros.

El sospechoso fue identificado como Rahmanullah Lakanwal, un hombre de 29 años originario de Afganistán que habría ingresado a Estados Unidos en 2021 bajo el programa de reasentamiento tras la retirada militar estadounidense de Afganistán.

Las autoridades informaron que aún no se ha determinado un motivo claro para el ataque.

Tras el incidente, el presidente Donald J. Trump calificó el tiroteo como un “acto de terror” y ordenó el despliegue de 500 efectivos adicionales de la Guardia Nacional en Washington, con el fin de reforzar la seguridad en la capital.

Al mismo tiempo, se suspendió temporalmente el procesamiento de solicitudes de inmigración de ciudadanos afganos, mientras se revisan los protocolos de admisión realizados en los últimos años.

El ataque ocurre en un momento de alta tensión, ya que la presencia militar en la capital había generado controversias, y poco antes un juez había ordenado la retirada de tropas de la ciudad por considerar ilegal su despliegue. El suceso reaviva el debate sobre la militarización de zonas urbanas y las medidas de vigilancia y control migratorio. Además, se ha generado preocupación sobre la seguridad de los uniformados desplegados en entornos civiles.

Mientras las investigaciones continúan, se espera que en los próximos días las autoridades habiliten una investigación federal, con participación del FBI y otras agencias de seguridad, para esclarecer qué motivó la agresión, si hubo complicidad de terceros, y revisar las medidas de protección a militares en misiones de patrullaje en áreas urbanas sensibles.

Por ahora, Washington permanece en alerta, y la comunidad internacional observa con inquietud las consecuencias de este ataque tan cercano a uno de los símbolos del poder en Estados Unidos.

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