En un acto más de represión desmedida contra los cubanos que luchan por sobrevivir, un vendedor de maní es arrestado este sábado en la céntrica Avenida 41, en el municipio Marianao de La Habana, mientras intentaba ganarse la vida ofreciendo cucuruchos en el separador de la calle. El hombre, que al parecer padece diabetes, fue inmovilizado por las fuerzas policiales, quienes lo esposaron sin contemplación alguna.

Según el periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada, el vendedor, al ver que su mercancía iba a ser confiscada por los agentes, la arrojó al suelo y la aplastó para evitar que se la quitaran. Sin embargo, los oficiales de la Patrulla 1072 no mostraron piedad alguna. Después de un violento forcejeo y golpes, el hombre fue arrastrado hacia la patrulla, negándose a subirse, pero fue sometido con total brutalidad.

El arresto de este hombre, cuya única culpa fue intentar ganarse la vida en medio de la miseria impuesta por el régimen, refleja la desesperación de una nación asfixiada por la falta de libertades, alimentos y oportunidades. La tiranía de Díaz-Canel no solo está matando la economía del país, sino que está sometiendo a su pueblo a un sufrimiento insoportable.

Este caso es solo uno más en la larga lista de abusos que ocurren todos los días en Cuba, mientras el gobierno se desentiende de las necesidades de su gente y se dedica a reprimir cualquier intento de supervivencia en las calles. La hambruna y la miseria no son excusas para este tipo de actos de violencia, pero, bajo el yugo de la dictadura, el hambre y la desesperación solo son otra forma de control social.

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