El presidente de Panamá, José Raúl Mulino, ha comenzado a cumplir sus promesas de campaña respecto a la crisis migratoria en el tapón del Darién. En sus primeras acciones, Mulino ha decidido establecer un acuerdo con las autoridades de Estados Unidos para repatriar a los migrantes irregulares a sus países de origen y cerrar los tres principales pasos fronterizos en la selva del Darién.

“No permitiré que Panamá se convierta en un corredor para miles de personas que ingresan ilegalmente a nuestro país, facilitado por una red internacional de narcotráfico y tráfico de personas”, declaró Mulino. 

Al día siguiente de su anuncio, el presidente firmó un memorándum de entendimiento con el secretario de seguridad de Estados Unidos. Este acuerdo establece que el gobierno de Biden cubrirá los costos de transporte y logística para la repatriación de los migrantes irregulares.

Durante la toma de posesión del presidente panameño, también estuvo presente el presidente de Colombia, Gustavo Petro, con quien Mulino discutió la crisis migratoria en la selva del Darién. Poco después de esta conversación, las autoridades panameñas procedieron a cerrar tres cruces fronterizos en el corredor selvático.

Las oficinas de migración de Colombia y Panamá reportaron que en 2023, alrededor de 520,000 migrantes de diversas nacionalidades, principalmente latinoamericanos, cruzaron la selva del Darién. En lo que va de 2024, esta cifra ya supera los 200,000 migrantes, según el canciller de Colombia, Luis Gilberto Murillo.

La crisis migratoria que enfrenta Estados Unidos en los últimos años se ha visto agravada por el aumento significativo de migrantes cruzando por rutas peligrosas como la selva del Darién. Esta situación no solo representa un reto para países de tránsito como Panamá y Colombia, sino también para Estados Unidos, que debe manejar las complejidades de recibir, procesar y, en muchos casos, repatriar a estos migrantes.

El acuerdo entre Panamá y Estados Unidos para facilitar la repatriación de migrantes irregulares es un paso significativo, pero refleja la necesidad de una cooperación internacional más amplia y eficaz para abordar las causas profundas de la migración y mejorar las condiciones de vida en los países de origen. Mientras tanto, la gestión y resolución de la crisis migratoria sigue siendo un desafío crítico para las autoridades estadounidenses, quienes deben equilibrar la seguridad fronteriza con el respeto a los derechos humanos y la provisión de asistencia humanitaria.

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