Un fenómeno meteorológico de dimensiones sin precedentes azotó el estado de Paraná, en el sur de Brasil, fronterizo con Argentina, dejando a su paso destrucción, víctimas y miles de damnificados. Según reportes oficiales, se registraron vientos de hasta 250 kilómetros por hora, acompañados de tormentas y granizo, que devastaron infraestructuras, viviendas y servicios esenciales.

Las ciudades más afectadas fueron Río Bonito do Iguaçu y Guarapuava. En Río Bonito do Iguaçu, de aproximadamente 13.500 habitantes, se estima que cerca del 90 % de las viviendas y construcciones resultaron destruidas. Las autoridades confirmaron cinco víctimas mortales en la ciudad: tres hombres de entre 49 y 83 años, una mujer de 47 y una adolescente de 14 años. Por su parte, en la zona rural de Guarapuava se reportó un muerto, mientras que los equipos de rescate continúan buscando a una persona desaparecida y posibles víctimas atrapadas entre los escombros de decenas de viviendas.

El gobierno de Paraná montó un hospital de campaña en Río Bonito do Iguaçu para atender la alta demanda de servicios médicos. Hasta el momento, diez personas atendidas presentaron heridas de gravedad y fueron trasladadas a centros con mayor capacidad y estructura para recibir tratamiento especializado.

El desastre ha dejado a unas 10.000 personas sin hogar en catorce municipios, generando un colapso en la logística local de asistencia humanitaria. Las autoridades han desplegado equipos de rescate, bomberos y voluntarios para apoyar en la búsqueda de desaparecidos, asegurar las áreas afectadas y brindar atención a los damnificados.

Este tornado, considerado de magnitud histórica en la región, ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de las comunidades ante fenómenos meteorológicos extremos y ha generado un llamado urgente a la cooperación entre gobierno, organizaciones humanitarias y vecinos para sostener la emergencia mientras se realizan labores de reconstrucción y asistencia a los afectados.

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