Un trágico siniestro ocurrido en la Interestatal 95, en el estado de Virginia, ha sumido en dolor a la familia del joven cubano Diego Murgia Ramos, de apenas 23 años, quien perdió la vida mientras cumplía con su jornada laboral conduciendo un camión de carga.

El accidente, reportado el 19 de noviembre, ha generado una ola de solidaridad ante la difícil situación que atraviesan sus seres queridos, quienes buscan recaudar fondos para repatriar el cuerpo y darle un adiós digno en Cuba.

De acuerdo con medios locales como Daily Voice, el joven había salido temprano desde su hogar en Washington D. C. para iniciar un día más de trabajo. Sin embargo, horas después, alrededor de las 2:00 p.m., su vehículo pesado se salió de la carretera cerca del marcador de la milla 12, próximo a la salida hacia la Ruta 301, en el condado de Greensville.

Según la Policía Estatal de Virginia, el camión impactó contra varios árboles y terminó volcado. El fuerte golpe expulsó a Murgia Ramos de la cabina, provocándole la muerte de manera instantánea. No hubo otros automóviles implicados en el incidente.

La noticia ha sido especialmente devastadora para su madre, Janet Ramos Gutiérrez, quien expresó el profundo sufrimiento que vive tras la pérdida de su hijo mayor.

En una campaña de recaudación creada en GoFundMe, la madre describió a Diego como un joven “trabajador, noble y lleno de metas”, sostén emocional y económico del hogar, y un padre dedicado a su hija de 4 años.

Además de la niña pequeña, Diego deja también a una hermana de 8 años, quien, según la familia, aún no comprende la magnitud de la tragedia.

El impacto emocional y económico ha sido abrumador, pues la familia no estaba preparada para afrontar los costos de un funeral en Estados Unidos ni el complicado proceso de repatriación.

La campaña, Help Us Bring Diego Murgia Ramos Home, ha superado los 13,900 dólares, aportados por amigos, conocidos y personas solidarias que, con mensajes de apoyo, acompañan a la familia en este duro momento.

Janet agradeció cada contribución, afirmando que “cada ayuda, por pequeña que sea, nos acerca a darle la despedida que él merece y a empezar a sanar este dolor infinito”.

La familia continúa gestionando los trámites funerarios mientras lucha por reunir el resto de los fondos necesarios para llevar el cuerpo de Diego de regreso a casa.

Su historia ha tocado profundamente a la comunidad cubana y latina en Estados Unidos, recordando la fragilidad de la vida de quienes emigran con el sueño de un futuro mejor.

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