Silencio en el tatami: el judo cubano pierde su lugar entre los grandes
Redacción de CubitaNOW ~ lunes 23 de junio de 2025

El desolador desempeño del equipo cubano de judo en el Mundial de Budapest 2025, donde no se alcanzó ni una sola medalla, marca un punto crítico para un deporte históricamente glorioso en la Isla.
La caída no es nueva, pero sí cada vez más pronunciada. En este contexto, recordar figuras como la del legendario profesor Ronaldo Veitía no es solo un acto de nostalgia, sino una exigencia moral y deportiva. Veitía, quien llevó a la cima mundial a generaciones de judocas, dejó una huella indeleble que contrasta dolorosamente con la actualidad.
Desde su sabiduría táctica hasta su don para formar campeonas, Veitía construyó un legado de excelencia que parecía inquebrantable. Bajo su tutela florecieron atletas como Idalis Ortiz, quien aún en 2019 conseguía una plata mundial, y la inolvidable Driulis González, símbolo de constancia y maestría sobre el tatami.
Más recientemente, judocas como Iván Silva ofrecieron destellos de esperanza. Sin embargo, ahora todo eso parece desvanecerse. En Budapest, Andy Granda, campeón mundial en 2022, fue derrotado en apenas 30 segundos. Otros como Jonathan Loynaz y Deyanara Curbelo también cayeron temprano, reflejando una preparación deficiente y desconexión con las exigencias actuales del judo mundial.
La ausencia de medallas no es un simple tropiezo: es el síntoma visible de una fractura estructural. La falta de recursos, un Cerro Pelado desastroso, las constantes deserciones, la carencia de renovación técnica y la escasa motivación profesional son causas que se suman a un entorno internacional cada vez más competitivo.
Ya no basta con el talento innato del cubano; se necesita un sistema que lo canalice y potencie con herramientas modernas y acompañamiento constante.
Japón, Francia, Georgia o Corea del Sur no solo invierten en infraestructura, también en ciencia deportiva y profesionalización. Cuba, por el contrario, parece haberse quedado con el recuerdo de su pasado. Y eso no alcanza.
Una nación que aún ocupa el sexto lugar histórico en los mundiales no puede conformarse con esta nueva normalidad. El presente exige una reforma total: desde las bases hasta la cúspide, pasando por entrenadores, dirigentes y políticas estatales.
Recordar a Ronaldo Veitía es, entonces, más que rendir homenaje. Es aceptar la responsabilidad de su herencia. Es preguntarse si la Cuba del judo quiere resignarse a vivir del pasado o si, por el contrario, encontrará la fuerza para resurgir. Porque más allá de medallas, lo que está en juego es la identidad deportiva de un país que supo ser gigante sobre el tatami; un país que necesita un cambio estructural y no solo en el deporte.