Santiago de Cuba vuelve a ser noticia, esta vez no por los vientos del huracán Melissa, sino por el fuego que dejan a su paso las ramas secas y los escombros vegetales que aún no han sido retirados. Según reporta el periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada, en varios repartos de la ciudad comienzan a registrarse incendios provocados por la acumulación de restos de árboles caídos.

Vecinos del área afectada relataron que unos niños, al parecer jugando, encendieron un pequeño fuego en un basurero que contenía ramas y hojas secas. En cuestión de minutos, las llamas se propagaron rápidamente, generando alarma entre los residentes. Aunque los bomberos fueron avisados, hasta el momento no se ha confirmado oficialmente si lograron llegar a tiempo para sofocar el siniestro o fueron los propios vecinos los que tuvieron que actuar en evitación de males mayores.

El peligro aumenta cada día. Las altas temperaturas, la falta de limpieza y la negligencia de las autoridades locales crean el escenario perfecto para una tragedia. Las ramas secas actúan como combustible natural, y en los barrios donde aún no se ha restablecido el servicio eléctrico, muchas familias utilizan fogones improvisados o queman basura para alumbrarse, lo que incrementa el riesgo.

“Una cosa tras otra, los muchachos ya no se quieren”, escribió en redes otra usuaria reflejando el cansancio y la resignación de una población que no termina de reponerse. Otros santiagueros coinciden: después de la destrucción del huracán, ahora temen que los incendios agraven la situación de una ciudad ya herida.

Las imágenes compartidas por vecinos muestran montones de ramas secas amontonadas en calles y solares, sin que las brigadas de limpieza aparezcan. “El fuego se alimenta del abandono”, concluye Mayeta Labrada, en una frase que resume la realidad de Santiago: una ciudad que resiste entre el desastre y la desidia.

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