"Sancti Spíritus es ahora mismo Matanzas", afirma sin rodeos un trabajador de Comunales, tras una jornada en la que se realizaron 14 enterramientos en el cementerio de la capital provincial. El promedio histórico era muy distinto: menos de cinco diarios, con días en que no se registraba ninguno. Ante la escalada de fallecimientos, la necrópolis acelera traslados de restos y reubicación de osarios para abrir espacio a lo que, según los sepultureros, “todavía no ha llegado a su pico”.

Mientras tanto, la ciudad muestra un rostro inquietante: montañas de basura en las esquinas, fosas albañales desbordadas y aguas estancadas que se convierten en caldo de cultivo para el Aedes aegypti, transmisor del chikungunya y el dengue. Jóvenes fumigadores recorren los barrios con las llamadas “bazukas”, pero la campaña sanitaria parece superada por la magnitud del brote.

La alarma creció esta semana cuando la prensa provincial informó que siete recién nacidos habían sido reportados como críticos o graves por chikungunya desde el 11 de noviembre. Según la doctora Meidalis Martínez Barrios, jefa del Servicio Provincial de Neonatología, todos evolucionaron de manera favorable gracias a un seguimiento clínico minucioso y el trabajo sin descanso de médicos y enfermeras.

A nivel nacional, la situación también es preocupante. El jueves se detectaron 6.793 nuevos casos de síndrome febril inespecífico, según la viceministra de Salud Pública, Carilda Peña García. En todo el país hay 37.194 pacientes activos con chikungunya. En cuidados intensivos permanecen 107 personas, de las cuales 79 están graves y solo 11 son mayores de 18 años.

La transmisión en Sancti Spíritus crece a un ritmo que agobia al sistema sanitario, ya afectado por la escasez de medicamentos y reactivos de laboratorio, además del colapso en la recogida de desechos. En barrios como Chambelón, Olivos II y Jesús María, vecinos aseguran que los camiones de recogida pasan “una vez cada diez o quince días”. Algunos residentes han optado por quemar los desechos, una práctica peligrosa que consideran su única defensa ante la enfermedad.

En el cementerio, los trabajadores admiten que no recuerdan un noviembre tan intenso. Se escuchan martillazos y palas abriendo espacio entre las tumbas, mientras médicos confirman que, aunque no todos los fallecimientos son atribuibles directamente al chikungunya, sí hay un aumento significativo de muertes asociadas a complicaciones, sobre todo en adultos mayores con patologías previas.

Sancti Spíritus, históricamente considerada una de las ciudades más limpias de Cuba, vive hoy una degradación visible. “Antes tú no veías esto, ni en los alrededores del puente Yayabo ni en Las Cañas”, lamenta una vecina del barrio Colón. “Ahora estamos como La Habana Vieja en sus peores tiempos”.

Recomendado para ti