Sacerdote cubano: 'El cansancio por no saber qué decirles para retenerlos porque aquí no tengo que ofrecerles'
Redacción de CubitaNOW ~ viernes 14 de julio de 2023

El sacerdote cubano Jesús Marcoleta, párroco de Varadero, dio este domingo una homilía sobre Jesús y el cansancio.
Los cubanos se han conmovido porque el padre Marcoleta refleja lo que están sufriendo cada día. "Sencillamente triste, desgarrador, increíble que pueda soportarse tanto dolor. Ánimo padre, que usted sabe que la esperanza no podemos perderla y usted es un vivo ejemplo de ello".
"Cuánta tristeza me da percibir en todo el pueblo y en tanta gente querida ese cansancio, ese cansancio que ya pesa demasiado, cuánto dolor en tus palabras querido Padre, que a la vez es el dolor compartido con todas las ovejas. Que el Buen Dios te sostenga siempre para que puedas seguir acompañando a esa querida iglesia. Un abrazo y nuestra segura oración", expresaron.
A continuación comparto un fragmento de la homilía del sacerdote cubano Jesús Marcoleta, compartida en Facebook por Areópago Cubano: Pensamiento Social de Inspiración Cristiana.
Muchas veces, buen Jesús, en la oración de la noche o en momentos de mucha luz durante la celebración de la eucaristía, percibo sobre mis hombros un peso, una carga como tú la nombras hoy. Es como un cansancio, que lo llamo el cansancio de los pastores. El cansancio de los pecados propios y de los pecados ajenos que escucho y libero en el corazón del otro cuando se acerca al sacramento de la reconciliación.
El cansancio de la memoria de mis viejos y de tantos viejos que murieron y van a morir anhelando un futuro mejor mientras rumiaban su presente sin futuro.
El cansancio del cochero que cobra doscientos pesos por librarme de veinte cuadras y a quien no puedo eximir de la yerba de su caballo, ni de los ochocientos de su litro de aceite, ni de los cuatro mil de los tenis para cada uno de sus tres hijitos cuando comience el curso escolar.
El cansancio por la decepción del médico que receta pero no puede medicar porque no existe el remedio, o que no puede intervenir hasta que aparezcan los trocar, los escarpelos, las sondas, las suturas.
El cansancio por las ciudades sucias, contaminadas y ruinosas, los discursos triunfalistas, los campos sin labrar, las industrias paralizadas, la burocracia colapsada.
El cansancio por mi gente que se fue, que se va. Mi gente joven, mi propia familia, mis laicos que ayer se quejaban de la Iglesia, mis hermanos sacerdotes. El cansancio por no saber qué decirles para retenerlos porque aquí no tengo qué ofrecerles.
El cansancio, estos cansancios, tantos cansancios, todos los cansancios que junto a los tuyos, a tus cargas, a tu yugo, mi buen Jesús, mi reposo, mi ámbito de encuentro, te los ofrezco, te los abrazo, y te entraño me abraces y nos abraces y purifiques, no sea la tristeza, la desidia, la indiferencia, la impotencia obren la nefasta idea de los violentos que anhelan un final espantoso antes que llorar un espanto sin fin.
Yo sé, mi buen Jesús, que sólo tú conoces el corazón de Dios y que sólo tú encarnas la misericordia del Padre Dios.
Lléname con tu Buena Noticia, manifiesta tu misericordia y dame ese gozo que alivie mi cansancio. Y no sólo a mí, también a mi gente, para quien me asociaste pastor; cambia la tristeza de su rostro en felicidad radiante, pronuncia tu palabra sobre ellos y brota la fuerza de tu amor. Amén.