En medio de un estrechamiento en la colaboración militar entre Rusia y Corea del Norte, el comandante del Comando Indo-Pacífico de Estados Unidos, almirante Samuel Paparo, informó sobre un acuerdo que implicaría el envío de aviones de combate rusos a Pyongyang a cambio del despliegue de tropas norcoreanas en apoyo a las operaciones rusas en Ucrania.

Según Paparo, Moscú planea transferir cazas MiG-29 y Su-27, fortaleciendo la capacidad aérea de Corea del Norte. A cambio, soldados norcoreanos ya habrían sido movilizados hacia zonas cercanas a los frentes de combate en Rusia, particularmente en la región de Kursk, aunque todavía no participan en enfrentamientos directos.

De acuerdo con el Centro de Resistencia Nacional ucraniano, dirigido por las fuerzas armadas de ese país, soldados de Corea del Norte han sido posicionados en puestos de control y observación en Kursk como una fuerza de "segundo escalón". Esto refuerza las sospechas de una creciente implicación norcoreana en apoyo a los intereses rusos en Ucrania.

Por su parte, fuentes como Defence Express han señalado que Corea del Norte posee una flota de aviones considerablemente envejecida, incluidos 18 MiG-29 y 34 Su-25, muchos de los cuales podrían no estar en condiciones operativas. La posible adquisición de aviones rusos representaría una modernización significativa para las fuerzas aéreas de Pyongyang.

En el terreno, el sitio de monitoreo ucraniano DeepState Map reportó avances de las fuerzas rusas en la región de Sumy, cerca de la aldea fronteriza de Oleksandriya. Sin embargo, estas afirmaciones fueron desmentidas por el jefe de la administración militar de Sumy, Volodymyr Artyukh, quien las calificó como desinformación destinada a generar confusión.

El Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) señaló que no hay evidencia concluyente de operaciones rusas en Oleksandriya, pero confirmó movimientos recientes de tropas rusas en los alrededores del principal saliente ucraniano en la región fronteriza de Kursk.

El fortalecimiento de los lazos entre Rusia y Corea del Norte suscita preocupación internacional, especialmente por las implicaciones geopolíticas de la transferencia de tecnología militar avanzada y el potencial uso de soldados norcoreanos en el conflicto ucraniano. Mientras tanto, Estados Unidos y sus aliados observan con atención los efectos de esta cooperación, que representa un desafío para los esfuerzos globales de aislar a Rusia y contener las actividades militares de Pyongyang.

La creciente alianza entre ambos países no solo plantea riesgos estratégicos, sino que también refuerza la complejidad del conflicto en Ucrania, donde nuevas dinámicas y actores están tomando un papel más destacado.

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