Dos puentes ferroviarios colapsaron casi simultáneamente en las regiones rusas de Briansk y Kursk, dejando un saldo de al menos siete muertos y decenas de heridos. Mientras el Kremlin culpa a Ucrania por supuestos atentados, los hechos evidencian graves fallas estructurales y negligencia en el mantenimiento de las infraestructuras críticas del país.

El incidente más grave ocurrió en Briansk, cerca de la frontera con Ucrania, cuando un tramo de un puente colapsó justo cuando pasaba un tren de pasajeros con 388 personas a bordo. Siete pasajeros perdieron la vida, 66 resultaron heridos, y 44 de ellos debieron ser hospitalizados, incluyendo un menor en estado crítico. Uno de los vagones quedó completamente aplastado por los escombros del puente, mientras que el resto del tren fue evacuado y trasladado a la estación Briansk-Orlovsky.

Horas más tarde, un suceso similar tuvo lugar en Kursk. En el distrito de Zheleznogorsk, un puente ferroviario se vino abajo justo cuando un tren de mercancías lo cruzaba. El colapso provocó que parte del convoy, compuesto por unos 100 vagones, cayera sobre una carretera. Toda la tripulación del tren falleció en el acto. En ambos casos, la caída de las estructuras resultó en una tragedia con víctimas fatales y un amplio operativo de emergencia.

Aunque las autoridades rusas han responsabilizado rápidamente a Ucrania, alegando que se utilizaron explosivos para sabotear los puentes, expertos y medios independientes advierten que la narrativa puede estar siendo utilizada para justificar un mayor recrudecimiento del conflicto o desviar la atención de la precariedad de la infraestructura nacional. En el caso de Kursk, se afirma que los supuestos artefactos explosivos fueron colocados a 30 metros del puente, lo cual deja dudas sobre su eficacia para generar un colapso tan completo.

La región occidental de Rusia, fronteriza con Ucrania, ha estado bajo presión desde el inicio de la invasión rusa en 2022, con numerosos incidentes reportados, algunos reales y otros inflados o fabricados con fines propagandísticos. Sin embargo, lo que estos eventos dejan en evidencia es la vulnerabilidad de las rutas ferroviarias rusas, esenciales tanto para el transporte civil como para la logística militar.

La caída de dos puentes clave en menos de 24 horas no solo representa un golpe para la moral pública, sino también un fracaso logístico que puede afectar el movimiento de tropas y suministros. La falta de mantenimiento, la corrupción en la adjudicación de obras públicas y el desvío de recursos hacia la guerra parecen estar pasando factura a la infraestructura civil del país.

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