El mundo del deporte cubano está de luto tras el fallecimiento de Gerardo Fernández Tabares, gloria de la halterofilia y el primer latinoamericano en alcanzar los 400 kilogramos en biatlón en la categoría de superpesados. Fernández, quien murió el 4 de enero en La Habana a los 71 años, deja un legado imborrable en el levantamiento de pesas.

La Federación Cubana de Levantamiento de Pesas expresó su pesar en un comunicado oficial: "Hoy nos despedimos de un gran referente del deporte cubano, padre, abuelo, hermano, amigo y profesor". A través de redes sociales, también se difundieron imágenes de su velatorio.

Fernández inició su carrera deportiva con triunfos significativos, siendo campeón en los Juegos Escolares Nacionales en 1969 y campeón nacional juvenil entre 1971 y 1973. Su trayectoria alcanzó su punto máximo al coronarse en los Juegos Panamericanos de 1975 en Ciudad de México, donde obtuvo dos medallas de oro y una de plata.

En los Juegos Olímpicos de Montreal 1976, Fernández logró un notable sexto lugar en la división de +110 kg, consolidándose como uno de los mejores halterófilos de su época. Su participación en el Campeonato Mundial de Stuttgart 1977 lo ubicó en la quinta posición, compitiendo contra los mejores del mundo.

El cubano acumuló un total de 84 récords a lo largo de su carrera, incluyendo marcas nacionales, panamericanas y centroamericanas. Fue una figura destacada en los exigentes circuitos europeos, donde compitió en torneos en la Unión Soviética, Bulgaria y Hungría, entre otros.

Tras su retiro como atleta, Fernández se dedicó con éxito a la formación de nuevas generaciones de levantadores de pesas. Entre 2013 y 2017, sus equipos juveniles dominaron campeonatos provinciales en Cuba. También trabajó como entrenador en Venezuela entre 2002 y 2003, contribuyendo al desarrollo de este deporte en ese país.

El fallecimiento de Fernández sigue a la reciente muerte de Roberto Urrutia, primer recordista mundial cubano en halterofilia, quien murió a principios de diciembre. Ambos participaron en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976 y dejaron una huella imborrable en el deporte cubano.

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