El actor cubano Ray Cruz, conocido por interpretar al popular personaje de Miguelito en el programa humorístico "Al habla con los muertos", sorprendió a sus seguidores con un video en el que aparece con su personaje en una calle de Europa, reflexionando entre la sátira y la realidad sobre las marcadas diferencias entre Cuba y el entorno en que se encuentra.

“Estoy muy asustado porque esto no es Potrerillo”, dice Miguelito, en alusión al barrio sucio —y marginal— en el que vive su personaje en la serie. “Aquí no hay ninguna basura en las calles, todo está limpio, las guaguas pasan cada dos minutos… ay Dios, estoy en un mundo paralelo”.

En tono de comedia, pero con una carga crítica evidente, el personaje plantea una disyuntiva: “Y ahora lo que tengo es una gran incertidumbre, que no sé si volver a Potrerillo o quedarme aquí, que hay comida en todos lados, hay luz, y no sé qué hacer. Por favor, díganme: ¿me regreso o me quedo?”.

El video se ha viralizado rápidamente en redes sociales, generando reacciones entre risa, reflexión y respaldo popular.

Muchos usuarios destacan cómo la sátira de Miguelito expresa de forma directa la frustración cotidiana que vive el cubano común: apagones, escasez de alimentos, transporte ineficiente y acumulación de basura, en contraste con las condiciones de orden y abundancia en países desarrollados.

Ray Cruz, actor, comediante y guionista, ha dado vida a Miguelito durante años, creando un personaje que representa a los más humildes, con una mezcla de ingenuidad, picardía y lucidez social. Su manera de abordar temas críticos a través del humor le ha ganado una amplia base de seguidores tanto dentro como fuera de Cuba.

Aunque no especificó en qué país europeo se encontraba, el video parece grabado en España en una ciudad con buen mantenimiento urbano y transporte público eficiente, lo que acentúa el contraste con la vida en Cuba.

El mensaje final de Miguelito, disfrazado de broma, plantea una pregunta que muchos cubanos en el exilio o la diáspora también enfrentan: regresar a la realidad de la escasez, o quedarse en un lugar donde hay garantías básicas. Y aunque lo dice con humor, el trasfondo es profundamente serio.

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