Ramón Mustelier: “Quiero una Cuba diferente, sin seres humanos perdidos”

Katheryn Felipe ~ lunes 5 de junio de 2023

Article feature image

Ramón Mustelier, que nació en Guantánamo, se formó en Granma y echó raíces en La Habana, confiesa que no pensó que al final terminaría viniendo a Estados Unidos porque “si no ese final hubiera existido desde antes”, cuando estuvo en Miami en 2019. El popular humorista cubano asegura que esta nueva etapa está siendo como la soñó, porque le ha podido dar “otro giro” a su vida y a su carrera y demostrarse que “existen nuevas oportunidades”. 

Pero ésto de emigrar no es nuevo para él. Aunque llegó hace un año a Estados Unidos, primero fue emigrante dentro de Cuba. Se trasladó de Oriente a La Habana “sin familia, sin tener dónde vivir, sin cambio de dirección”. No sabía cómo iba a ser su futuro. En Cuba tenía una vida “cargada de cosas ficticias, fantasiosas”, hasta que se dio cuenta de que no tenía “nada de lo que realmente pensaba que tenía”.

Ahora, le falta parte de la familia que hizo en Cuba, pero cuenta con “muy buenos amigos” en Miami. Ahora, que en la billetera hay tarjetas de crédito en vez de dinero de papel y que se presenta cada jueves en El Real Café de Miami (ubicado en 9600 SW 8th St) con el show Comedia Tonight, explica que venir a Estados Unidos ha sido “una emigración de un presente real” porque “soy capaz de tener todo lo que pueda lograr por mí mismo”. 


El Salvador, un lugar “muy triste”

El Salvador, el lugar donde Mustelier nació en Guantánamo, desde hace tiempo es un lugar “muy triste”. Hace poco, recuerda, hubo en Caimanera (también en la provincia más oriental de Cuba) “una revuelta” o, mejor dicho -rectifica-, una manifestación del pueblo para expresar “su verdadera opinión sobre una realidad de hambre y de necesidad”. En tal sentido, señala que “cuando en el resto de la isla las necesidades son de tres o cuatro en una escala de diez, en Guantánamo son de diez, 12 y hasta 20” porque las personas viven en una pobreza extrema. 

En la casa de su familia, siempre ha habido “esa solidaridad de darle un plato de comida a alguien necesitado”. Le duele que allí haya gente “que la pasa y que vive muy mal”, que van a buscar comida porque “ya no pueden más”. En su pueblo natal, que a duras penas aparece en el mapa, había al menos una carretera, pero ahora está incomunicado. “Hoy es imposible pasar en carro porque hay mucha irregularidad en el terreno”. Quedaron atrás los años ochenta, en los que había “una comunicación y un transporte constantes del campo a la ciudad”.

Image


El humor en lo serio

Mustelier no olvida aquellos tiempos en los que personajes como Margot o Antolín animaban la televisión cubana. Junto a otros, fueron inspiración para que él esté “encima de un escenario”. Se acuerda de que en los años noventa, “en época de crisis” (que “siempre la ha habido, pero entonces alcanzó un pico”), surgió un movimiento humorístico muy fuerte, y es algo que se repite en la actualidad, cuando “están surgiendo otras corrientes de humor” en la isla, que están exponiendo “la forma de pensar de su generación”. “Cuba está llena de talento. Hay talento y siempre lo va a haber porque es algo innato en los cubanos”. 

Para Mustelier el humor es vida, aunque sabe que “uno no puede reírse de todo lo que quisiera” porque “puede ser malinterpretado tu modo de hacer reír”. De “todas las dimensiones” se puede sacar un chiste muy serio. De hecho, a él le gusta “buscar el humor en lo serio”. Con un tono amargo en la voz precisa que, si bien es cierto que los cubanos “se ríen de todo”, “todos se han burlado de nosotros, y la risa es una cosa y la burla es otra”.

Nunca ha contado la cantidad de voces que puede imitar (que no son pocas), pero sabe que los noticiarios de la televisión cubana, por ejemplo, fueron una fuente inagotable de materia prima. Detalla que para imitar voces es fundamental tener mucho tiempo de escucha. “Luego, tienes que grabarte la voz y todos los gestos del personaje”, porque cada uno tiene una textura en la voz y rasgos físicos y psicológicos diferentes. 

Dentro de tanto drama, la gente quiere reírse

En Cuba, este veterinario, que lo mismo puede calcar la voz de Elpidio Valdés que la de Mickey Mouse, hacía muchas parodias de forma anónima, que luego distribuían sus amigos aquí en Miami. “Era grato ver que la gente se reía con eso, aunque no podía decir que lo había hecho yo”. 

Precisamente en torno a la censura destaca que su forma de hacer humor, como la de muchos humoristas, se caracteriza por utilizar recursos como el doble sentido, el juego de palabras, los gestos, o la entonación de la voz. Es decir, que la gente sabe a lo que se está refiriendo, pero él no lo dice. 

Habla de la vez que hizo en el teatro muchos chistes porque "quitaron la carta del carro”, la única forma que tenían muchos cubanos de comprar uno. “Aquellos eran chistes bastante fuertes para el gobierno cubano”. Aunque por detrás “llamaran a muchísimas personas a reuniones para censurarlos”, había cierta tolerancia, era “una especie de censura silenciosa”, porque la crítica se hacía en espacios cerrados, con mucho menos alcance que la televisión, que siempre fue más vigilada. 

Al mismo tiempo, Mustelier insiste en el hecho de que esquivar la censura es algo que han tenido que hacer a lo largo de la historia los comediantes, dentro de cualquier sociedad. En Cuba “son vistos mal por decir la verdad, pero son los más queridos por el pueblo”. La gente llena los teatros para ir a verlos. “La popularidad de los humoristas se debe precisamente a que son los que más muestran la realidad como es y el público disfruta de esa realidad, por momentos, relajante; no de la forma que se vive constantemente, que es estresante. La gente quiere, dentro de tanto drama, reírse”. 

“Nunca se deja Cuba”

En Cuba, Mustelier hacía ciertos espectáculos en clubes nocturnos porque “tenía que vivir de eso”. Allí iba gente con mucho poder adquisitivo, “pero que no siempre tenía el nivel para apreciar el arte tuyo. No siempre el nivel económico está aparejado con el nivel de apreciación artística”. Adoraba ver el Karl Marx con 5.000 personas que iban a verlo, 5.000 personas que aplaudían sus chistes. Pero allí iban quienes podían pagar una entrada para el teatro, pero no la de los cabarets donde normalmente él se presentaba. Sin embargo, “el teatro no daba el dinero que daban esos otros lugares”.

Por el contrario, en la llamada “Ciudad del Sol”, “cada cual tiene la opción de ir a ver lo que quiere”. Aquí “existe de todo”. Pero hay un público que a él le encanta, “porque no soporta la grosería”. “No hay que usar doble sentido, sino que uno va por el express way”. Por tanto, cree que hay que enfocarse en otro tipo de público, no sólo en el cubano, “porque el diálogo es diferente, convergen muchas culturas”. Puedes tener un público venezolano, dominicano, o colombiano, que, “si se identifican con el humor que tú estás haciendo en el escenario, se ríen igual”.

Mustelier, que aún tiene en Cuba a sus dos hijas: una de sangre y una adoptiva, y a su nieta, tiene claro que “nunca se deja Cuba. Es imposible olvidar Cuba ni un momento”. Incluso cuando se toma una cerveza está pensando en tomársela con sus amigos en la isla. Por eso piensa en Cuba como piensa en la pérdida de sus padres: “tratando de pensar en los momentos buenos y bloqueando los malos”. 

El Muste, como lo conocen muchos, “quisiera una Cuba totalmente diferente, una Cuba libre, donde la gente pueda expresarse y hacer con su vida lo que quiera, viajar cuando quiera; no ser seres humanos sin nada, perdidos por el capricho de otro querer vivir y estar bajo dominio de su poder y de su riqueza”.


Si quieres disfrutar de una noche de humor junto a Ramón Mustelier en El Real Café de Miami, sigue el siguiente link para reservar: https://boletos305.com/collection/comedy-tonight



Recomendado para ti

Tambien te puede interesar