El clima político dentro del Kremlin comienza a enrarecerse peligrosamente, según revelaciones recientes que apuntan a un profundo malestar entre las élites rusas por la negativa del presidente Vladimir Putin a aceptar el plan de paz con Ucrania propuesto por Donald Trump.

La propuesta del presidente estadounidense, presentada en primavera, contemplaba concesiones clave a Moscú: el reconocimiento oficial de la anexión de Crimea, la aceptación de facto del control ruso sobre las regiones ucranianas de Donetsk, Luhansk, Jersón y Zaporiyia, la exclusión definitiva de Ucrania de la OTAN y el levantamiento de sanciones económicas impuestas desde 2014.

Además, Washington habría prometido una renovada cooperación económica con Rusia, especialmente en sectores estratégicos como la energía y la industria.

"Para muchas élites rusas, este plan es generoso y representa una oportunidad perdida de frenar una guerra que ya ha causado graves daños al país", declaró Ilya Ponomarev, figura destacada de la oposición con vínculos con círculos cercanos al poder.

Sus declaraciones al periódico británico Daily Express dejan entrever una fractura dentro del aparato político-económico ruso. Según él, en el reciente Foro Económico de San Petersburgo fue evidente el descontento: "Algunos de los más leales aliados del Kremlin están perdiendo la paciencia con Putin. Le dicen que la economía está al borde de la recesión, aunque eso no sea del todo cierto, porque quieren presionarlo para que cambie de rumbo."

En paralelo, el Kremlin ha iniciado lo que algunos califican como una “minipurga” de sus propias filas. Se han expropiado propiedades empresariales por un valor de más de 49.000 millones de dólares, en lo que parece una ofensiva contra miembros del sistema que han caído en desgracia.

Esta estrategia siembra temor e incertidumbre entre altos funcionarios, oligarcas y tecnócratas, generando un clima de paranoia que podría volverse en contra del propio Putin. "Lo que está ocurriendo es una redistribución del poder económico: se les quita a unos para premiar a otros más leales", explicó Ponomarev.

Aunque la posibilidad de un golpe interno aún parece lejana, según el propio opositor, el descontento crece en la sombra. “Todavía hay más ganadores que perdedores dentro del sistema, pero si la tendencia continúa, el equilibrio podría cambiar”, advirtió. En este contexto, mientras Putin intensifica su ofensiva militar en Ucrania y rechaza las negociaciones, parte de la élite que lo ha sostenido comienza a mirar hacia otras alternativas. Lo que antes era fidelidad, hoy se torna en cálculo y desconfianza. Y en el Kremlin, esa mezcla suele ser letal.

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