Prosperidad sin encender: la paradoja que Cuadrando la Caja no pudo cuadrar
Redacción de CubitaNOW ~ martes 18 de noviembre de 2025
El reciente análisis presentado en el programa Cuadrando la Caja, de la Television Cubana, donde se habló de “prosperidad” a partir de que algunas familias poseen aires acondicionados o equipos modernos, vuelve a poner sobre la mesa una distorsión recurrente en el discurso público cubano: confundir la apariencia con la realidad, el objeto con la capacidad de uso, y la anécdota con el dato estructural y ha sido objeto de mucho debate en las redes sociales.
Porque una sociedad no es próspera porque algunos hogares tengan un split colgado en la pared; una sociedad es próspera cuando puede encenderlo sin miedo, cuando dispone de energía estable, cuando sus salarios permiten mantener y reponer esos bienes sin sacrificar necesidades básicas, cuando la calidad de vida no depende de la lotería familiar, del pariente emigrado o del milagro.
En economía, la prosperidad no se mide por la presencia aislada de electrodomésticos, sino por indicadores concretos:
Productividad sostenida y capacidad de generar riqueza interna.
Salarios reales crecientes, capaces de cubrir necesidades y permitir ahorro.
Servicios estables: electricidad, transporte, salud, agua, comunicaciones.
Mercados funcionales, abastecidos y con precios coherentes con los ingresos.
Infraestructura en expansión, no en deterioro.
Acceso generalizado, no excepcional, a bienes modernos.
Ninguno de estos elementos se alcanza simplemente porque haya una nevera nueva en un hogar, o porque un televisor de pantalla plana aparezca en una esquina del reportaje. La prosperidad macro se mide por la regularidad colectiva, no por la excepcionalidad individual.
¿Y qué cosa es una contingencia?
Los periodistas explicaron que, aun con esos equipos, esas familias no podían usarlos debido a la “contingencia energética”. Pero aquí también es necesario ser precisos.
En cualquier país, una contingencia es un evento excepcional, temporal, imprevisto o de carácter extraordinario que altera la estabilidad habitual.
En Cuba, sin embargo, la “contingencia” ya no es excepcional: es la norma, la rutina, el calendario energético de la vida diaria.
Cuando los apagones duran meses enteros, cuando la planificación se hace por zonas y no por horas, cuando la electricidad se convierte en la variable que organiza desde el sueño hasta la economía doméstica, entonces no hablamos de contingencia. Hablamos de crisis estructural sostenida.
La narrativa que intenta presentar el acceso puntual a determinados bienes como símbolo de prosperidad ignora las bases reales del bienestar. Un país no es más próspero porque algunos poseen equipos que no pueden usar; por el contrario, esa imagen evidencia la brecha entre la vitrina y el fondo del almacén.
Porque en Cuba hoy: El salario medio no permite reponer un equipo roto, y mucho menos comprar uno nuevo.
La energía disponible no alcanza para garantizar 24 horas de electricidad sin interrupciones.
La desigualdad crece entre quienes dependen del salario nacional y quienes reciben remesas.
La vida cotidiana está marcada por el cálculo de cuántas horas habrá luz, no por cuánto puede crecer la economía.
Un país donde la prosperidad solo se exhibe pero no se enciende; donde la contingencia es permanente; donde la media salarial apenas cubre la alimentación y la media energética son apagones prolongados… no puede considerarse próspero ni en el discurso ni en la práctica.
El verdadero análisis no está en si hay equipos modernos, sino en si el país tiene las condiciones para que todos puedan usarlos. Y ese, precisamente, es el debate que Cuadrando la Caja todavía no termina de cuadrar.