Alfredo González, el padre que no cesa de denunciar a los responsables de la muerte de su hijo Annier en el Servicio Militar Obligatorio, se ha convertido en símbolo de una lucha que muchos temen dar en Cuba.

Desde su página en Facebook, No más VÍCTIMAS del Servicio Militar Obligatorio, ha expuesto los abusos que su hijo sufrió durante la llamada “previa” en la escuela del MININT en Matanzas, donde apenas en diez días fue maltratado, humillado y llevado al límite.

“Por bostezar lo obligaron a correr más de 30 minutos. Por reírse, lo tiraron al piso a hacer planchas en agua. Por buscar una guayaba, lo castigaron otra vez. Lo hicieron arrastrarse por el fango, lo llamaron ‘puta’ por ir a la enfermería herido, y nunca lo atendieron”, escribió Alfredo.

Annier, como muchos jóvenes cubanos reclutados a la fuerza, no tenía opción. Denigrado por oficiales, acosado psicológicamente, terminó suicidándose poco después de decirle a sus compañeros que usaría un arma si lo seguían hostigando. El dolor de ese final empujó a Alfredo a no callar. Su activismo, lejos de detenerse, ha crecido con cada testimonio que recibe en el grupo que él mismo fundó.

"Tenía que morir mi hijo para que escucharan", ha dicho. Su denuncia no solo expone el caso de Annier, sino un patrón más amplio de violencia institucional. Videos recientes muestran a reclutas siendo golpeados, obligados a cargar peso extremo o humillados en plena formación. Uno de esos casos, ocurrido en Guantánamo, muestra a un joven con un barril en la cabeza, rodeado de burlas.

Alfredo fue arrestado y acusado de desacato por señalar a un oficial que considera responsable directo. Hoy está libre bajo medida cautelar, pero su compromiso continúa. “No quiero venganza. Quiero que no le pase a otro padre lo que me pasó a mí”, escribió en una de sus publicaciones más compartidas.

Desde el sitio No más VÍCTIMAS del Servicio Militar Obligatorio, crece el clamor por justicia, transparencia y el fin de un sistema que muchos consideran abusivo e innecesario. Alfredo no está solo. Y su voz ya no puede ser silenciada.

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