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Promesas rotas y retornos vacíos: el precio del olvido

Redacción de CubitaNOW ~ miércoles 18 de junio de 2025

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Carlos cruzó la frontera con la promesa que muchos repiten: “Solo serán dos años. Voy a trabajar duro, ahorrar y volver para construir nuestra casa”. Pero no fueron dos. Fueron quince. ¡Quince años de silencio! Quince años sin una llamada en los cumpleaños de sus hijos. Quince años sin enviar dinero, mientras su madre envejecía bajo un techo que seguía goteando. Quince años construyendo hogares ajenos en un país que nunca fue suyo. Y ahora, todo terminó. Carlos fue detenido y está a punto de ser deportado. No tiene papeles, no tiene ahorros. Y, sin embargo, espera volver y ser recibido con los brazos abiertos por la misma familia que dejó atrás.

Esta historia no busca señalar. Es una realidad dolorosa que muchos callan: la de los que cruzan y desaparecen no solo física sino emocionalmente. No todos se olvidan, claro. Hay quienes sudan cada día, se privan de todo, mandan cada dólar, sufren en silencio y jamás dejan de pensar en su gente. Pero también están los otros. Los que abandonan más que un país. Los que se entregan al olvido y cortan todo lazo. Y cuando el sueño americano se derrumba, pretenden reconstruir el puente que ellos mismos dinamitaron.

Esta no es solo la historia de Carlos. Es la historia de miles de cubanos que un día partieron prometiendo volver y jamás lo hicieron. De familias que se quedaron esperando, de madres que envejecen en soledad, de hijos que crecieron sin respuestas. Muchos regresan años después, solo cuando la vida allá se vuelve imposible. Pero regresan con las manos vacías… y el corazón lleno de excusas.

No se puede pretender recoger lo que no se sembró. No se puede exigir amor de aquellos a quienes se les negó el propio. Si te fuiste y te olvidaste de los tuyos, no esperes que ellos no se hayan olvidado de ti.

Desde nuestra página “Desaparecidos dentro de Cuba. Somos tu voz”, seguimos visibilizando estas historias silenciadas, porque cada ausencia cuenta, cada silencio tiene nombre, y cada regreso, aunque tardío, merece ser contado… si viene con verdad.


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