Tras ser liberado este jueves después de permanecer en prisión durante 28 años y 5 meses, el preso político cubano Humberto Eladio Real Suárez aseguró que sigue “siendo un soldado”.

Según declaró a Radio Televisión Martí, Real Suárez, de 55 años, estuvo "a punto de ser condenado a pena de muerte”.

“Quiero agradecerles a todos mis hermanos y compatriotas que viven en el exilio, en ese país tan grande que es la patria de los hombres libres y la tierra de los valientes”, publicó el citado medio.

La liberación de Real Suárez, quien vivía en Estados Unidos hasta que el 15 de octubre de 1994 desembarcó por las costas de Caibarién, Villa Clara, como parte de un comando que pretendía formar un frente guerrillero en las montañas de El Escambray, se ha concretado cuando faltaba poco más de un año para que cumpliera la totalidad de su sentencia de 30 años.

"Me dijeron que tenía que estar mañana en Inmigración y Extranjería para yo poder viajar a los Estados Unidos, que es mi segunda patria, donde estuvo Martí, Gómez y Maceo, donde se fundaron las más nobles y brillantes ideas para una Cuba libre", explicó a Radio Televisión Martí.

Mientras, su hija, Lizandra Real Acosta, quien vive en Nebraska y tenía apenas cinco años cuando su padre fue apresado, dijo a ADN Cuba que no sabe “si reír o si llorar” y que, “hasta que no lo tenga delante de mí, va a ser difícil”. 

La joven recordó que “todas las semanas cuando venía de la escuela me llegaba una carta de citación de que tenía que presentarme en la policía y si era un viernes, me dejaban presa el fin de semana porque decían que mi papá me estaba mandando a hacer cosas”.

Sin olvidar que a su padre “le ha pasado de todo: lo han maltratado, lo han golpeado”, Lizandra resalta que “me hicieron sufrir”. “Dondequiera que llegaba me señalaban. Muchas veces me llamaban por teléfono y decían que iban a matar a mi papá y me iban a violar”, confesó también a ADN, antes de agradecer “todo el apoyo que nos han dado”.

Lizandra, que tiene “muchos sentimientos, muchas emociones”, afirmó que al ser excarcelado su padre le pidió que no llorara, “que ella era fuerte igual que él” y “que pronto nos íbamos a ver”.

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