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Accidente en primaria habanera destapa el peligro latente para los estudiantes

Redacción de CubitaNOW ~ jueves 4 de septiembre de 2025

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A solo tres días de iniciado el curso escolar, la rutina matutina de la Escuela Primaria Ángela Landa, en La Habana Vieja, estuvo a punto de convertirse en tragedia. Según reportó la página La Tijera en Facebook, un pedazo de balcón se desprendió de la fachada del inmueble y cayó a escasos metros de un grupo de padres y niños que aguardaban para entrar al plantel.

El hecho ocurrió en la céntrica calle Teniente Rey, entre San Ignacio y Mercaderes, en plena Plaza Vieja, donde cada día circulan no solo estudiantes, sino también vecinos y turistas.

El impacto del fragmento de construcción, por su peso y altura, pudo haber causado la muerte instantánea de cualquier persona que hubiese estado en su trayectoria. “Fue un milagro que no pasara nada peor”, relataron testigos.

Lo que más alarma a las familias es la reacción de la dirección y de los trabajadores de la escuela, quienes, de acuerdo con testigos, asumieron el hecho como si fuera “algo normal”.

El centro educativo presenta un estado crítico de deterioro: aulas clausuradas por paredes agrietadas, techos con riesgo de desplome y estructuras que muestran señales evidentes de desgaste.

Pese a esta realidad, la escuela sigue funcionando y acoge diariamente a decenas de niños.

Este incidente vuelve a poner sobre la mesa el eterno debate sobre la conservación de los edificios históricos en La Habana Vieja.

La capital, reconocida por su arquitectura colonial, exhibe también una crisis habitacional marcada por el abandono y la falta de mantenimiento.

Cada derrumbe parcial o total no solo amenaza el patrimonio, sino que cobra vidas humanas. En esta ocasión, la suerte evitó un saldo fatal; mañana, la historia podría ser diferente.

La pregunta inevitable es por qué se permite que un centro escolar, espacio que debería ser sinónimo de seguridad y cuidado, funcione en condiciones tan precarias.

La conservación de inmuebles milenarios no puede limitarse al ámbito turístico ni a zonas específicas de restauración: debe priorizar la protección de quienes los habitan y transitan a diario, especialmente los más vulnerables, los niños.

Lo ocurrido en la Escuela Ángela Landa es un llamado urgente a la responsabilidad institucional.

No basta con clausurar un aula o poner parches temporales; se necesitan planes de prevención, inspecciones reales y soluciones definitivas.

De lo contrario, lo que hoy fue un susto podría convertirse mañana en una tragedia irreparable.


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