Periodista cubana critica ofertas del gobierno para damnificados:``Un pan y dos galletas fue lo que dieron gratis´´

Redacción de CubitaNOW ~ jueves 31 de enero de 2019

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La periodista cubana, Mónica Baró Sánchez, criticó, en un post que colocó en su muro de Facebook, las ofertas gastronómicas que el gobierno entrega a los damnificados por el tornado.

“Ayer, 29 de enero, en la Avenida Rotaria, en el municipio Regla, el Estado colocó quioscos con ofertas gastronómicas para las personas damnificadas por el tornado, o para cualquiera que pasara por ahí. Vendían refrescos, a uno o dos pesos cubanos, tabacos, no me fijé en cuánto, y arroz con rodajas de salchicha a cinco pesos”, dijo.

“Pero el plan de ofertas gastronómicas para las personas damnificadas por el tornado incluye también panes y caldosa. Lo más caro son los refrescos enlatados, a diez pesos. De pronto, aquello me parece una feria agropecuaria, una actividad recreativa, cualquier cosa menos una zona de catástrofe”, señaló.

“Una mujer de un edificio que perdió gran parte del techo del quinto y último piso, donde hubo varios heridos, me dice indignada que si quieres que te echen una ración de arroz con salchicha decente tienes que pagar diez pesos. Ella y su hija, ya una mujer, caminan cargadas de cajitas de cartón con comida, pero la mayoría no llevan arroz con salchicha sino pan y galletas, un pan y dos o tres galletas por cajita, que fue lo que dieron gratis”, narró la reportera.

“Le pregunto que con qué es el pan y me responde que con pan. “Pan con pan”, me dice, y la abre, para que vea. Pero también a Rotaria llegaron ayer varios jóvenes para repartir comida y otras cosas a la población. Alrededor de ellos se arma una algarabía tremenda, una discusión a gritos, entre la población y unos funcionarios. Los jóvenes quedan en el medio”, describió.

“La población exige que rebajen los precios de la comida. Una funcionaria intenta calmarles, explica que ya hablaron ese tema en el Consejo de Defensa del Municipio, pero que es un proceso. La población, al escuchar la palabra proceso, se exaspera. La población enfrenta una emergencia, es natural que la palabra proceso, le choque”, sentenció.

“Ayer, 48 horas después de la debacle, todavía había familias en La Colonia y La Ciruela que dormían entre escombros, en colchones húmedos. Las que estaban evacuadas se habían evacuado por su cuenta. No tuve la suerte de encontrar una familia que hubiera sido evacuada por las autoridades a algún albergue”, aseguró.

“Proceso puede entonces ser una palabra difícil de entender en ese contexto. Un hombre empieza a quejarse del Gobierno y otro hombre que está del lado de los funcionarios le dice que no grite. Por un instante pienso que se van a entrar a golpes, porque el que está del lado de los funcionarios cruza para donde está el que está del lado de la población, con la cara trancada, y el otro, más un socio suyo, se le enfrenta, pero al final la cosa no trasciende de la guapería”, agregó Mónica.

“Mientras, los jóvenes que fueron a prestar ayuda, en el medio. Le pregunto a uno de los muchachos de dónde son y me dice que de un restaurante de La Habana, que quisieron hacer algo, y cocinaron arroz con salsa, carne, frieron viandas y picaron tomates. No sabe para cuántas personas alcance la comida. Por el tamaño del recipiente calculo que para unas setenta u ochenta personas”.

“También han traído paquetes de papel sanitario, botellones de agua mineral, cajas de refresco enlatado, ropas, zapatos, y hasta hielo. De pronto, veo que una muchacha empieza a servir muestras de comida en vasos desechables, y me asusta que eso sea lo que van a repartir. Le pregunto al muchacho que para qué es eso, y me dice que los funcionarios le han dicho que deben analizar la comida”.

“Una mujer dice que van a echar a perder la comida, que hace mucho calor, que no demoren más, que cómo se van a poner a analizar la comida. La población sigue quejándose. Los jóvenes dentro del quiosco se ven agobiados. Entonces, sin más, no sé si porque desobedecen a los funcionarios o porque los funcionarios ceden a la presión social, al hambre, empiezan a repartir cajitas con la comida y otras cosas. Priorizan a los niños y a los ancianos. A los niños les dan refresco con hielo, que imagino que en medio de toda esa desolación les debe saber a cumpleaños”, reseñó.

“Un líder local, que conoce los casos más graves, funciona como mediador, para asegurar que las donaciones lleguen a quienes más las necesitan. Nadie protesta. La mujer del edificio, poco después, me dice, casi triste, con rabia, que ella no se enteró de esta comida gratis, que por qué no llevaron hasta el edificio, y yo le doy par de respuestas, pero todas se las toma mal y solo consigo alterarla. Al final le doy la razón. En ese momento no tengo otra cosa mejor que darle”, concluyó.

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