La tragedia vuelve a golpear el sistema penitenciario cubano. Serguey Marrero Faure, un recluso de la Prisión Provincial de Guantánamo, murió el pasado 11 de octubre tras no recibir la atención médica que necesitaba, según denunció la organización Cubalex.

Su caso no es un hecho aislado: es un reflejo brutal de la negligencia y el abandono que imperan dentro de las cárceles del régimen.

De acuerdo con los reportes, Marrero se quejó de un fuerte dolor en una pierna y fue trasladado al puesto médico del penal. Allí, los responsables diagnosticaron un trombo, pero no hicieron nada más. Sin tratamiento, sin traslado a un hospital, sin una mínima atención adecuada, el prisionero perdió la vida horas después.

Su familia, que lo había visitado pocos días antes y aseguró que se encontraba bien, exige respuestas. Hasta el momento, las autoridades no han ofrecido explicación alguna sobre su muerte.

Cubalex ha documentado 35 muertes de presos cubanos solo en 2025, muchas de ellas bajo circunstancias similares: falta de medicamentos, negligencia médica y la negativa de los funcionarios a trasladar a los enfermos a centros de salud externos. Estas muertes no son “accidentes”, sino el resultado directo de un sistema carcelario desbordado por la corrupción, la deshumanización y la impunidad.

El caso de Serguey Marrero pone en evidencia la falta de voluntad política para proteger los derechos humanos más básicos. En lugar de investigar los hechos, el Estado guarda silencio. Las familias se quedan sin respuestas y los activistas que denuncian estos abusos son perseguidos.

Las cárceles cubanas son hoy sinónimo de tortura, hambre y abandono. No hay medicamentos, los médicos trabajan bajo presión y los reclusos son tratados como desechos humanos. Cada muerte que ocurre entre rejas debería ser investigada de inmediato, pero en Cuba, las vidas detrás de los muros simplemente dejan de contar.

Mientras el régimen intenta ocultar la verdad, las redes sociales se llenan de indignación. Los cubanos, dentro y fuera de la Isla, exigen justicia por Serguey Marrero y por todos los presos que mueren sin atención ni voz. Porque en Cuba, hasta enfermarse en prisión puede ser una condena de muerte.

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