El equipo masculino de voleibol de Cuba enfrenta una nueva y lamentable situación justo antes de su participación en la segunda semana de la Liga de Naciones 2025. A solo días del inicio de sus compromisos en Belgrado, Serbia, solo seis jugadores han logrado arribar a la sede, mientras que otros ocho permanecen varados por errores en los trámites de visado. Este hecho, confirmado la víspera por el periodista Raúl Rodríguez, vuelve a poner en entredicho la organización del deporte cubano en instancias internacionales.

Los jugadores afectados incluyen figuras clave como Marlon Yant, Miguel Ángel López y Javier Concepción, quienes fueron fundamentales en la primera semana del torneo. La ausencia de estos atletas compromete seriamente las aspiraciones del conjunto antillano en esta fase, en la que deberán enfrentarse a Alemania, Serbia, Países Bajos y Argentina entre el 25 y el 29 de junio. Las posibilidades de victoria se ven reducidas drásticamente con una plantilla incompleta y sin margen de maniobra para sustituir a las figuras ausentes.

Esta no es solo una baja deportiva; es una señal alarmante de cómo la burocracia mal gestionada puede sabotear los esfuerzos de un equipo entero que entrena durante meses para representar a su país con dignidad.

La debacle parecía haber comenzado en la primera fase, donde Cuba solo logró una victoria —frente a Brasil— y sufrió derrotas contundentes ante Eslovenia, Ucrania y Estados Unidos. Aun así, se veía en esta segunda etapa una posible redención que ahora se desvanece por una situación administrativa evitable.

Especialmente dolorosa es la ausencia de Marlon Yant, líder anotador en la primera semana con 87 puntos. Su rendimiento lo colocó entre los más destacados del torneo, y su baja representa una pérdida irreparable en cuanto a ofensiva y liderazgo en cancha.

Lo ocurrido demuestra una vez más que el talento no basta cuando la improvisación y la falta de planificación se imponen en las decisiones estratégicas.

Una vez más, el deporte cubano sufre por errores ajenos al terreno. Esta historia, que parece salida de una ficción absurda, refleja una realidad cada vez más repetitiva: la desorganización institucional continúa frenando el desarrollo del alto rendimiento en la Isla.

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