El científico y activista cubano Oscar Casanella se presentará este martes 24 de junio junto a su esposa e hijo en la audiencia final para solicitar asilo político en Estados Unidos, un momento decisivo tras años de represión por parte del régimen cubano.

Bioquímico de profesión, Casanella ha sido una figura clave en la defensa de los derechos humanos en Cuba, lo que le costó su empleo, su seguridad y, finalmente, su país.

Durante más de una década, fue víctima de acoso sistemático por parte de la Seguridad del Estado: detenciones arbitrarias, golpizas, torturas y vigilancia constante forman parte del expediente que lo respalda. Su caso, según expertos y activistas, está sólidamente documentado con pruebas médicas y testimonios de su participación activa en protestas pacíficas.

"Si soy deportado, mi vida corre peligro", declaró Casanella a Telemundo 51, señalando que su temor más profundo es que las autoridades migratorias no valoren la individualidad de su caso en medio del contexto restrictivo impuesto por la política migratoria actual. "Sería una injusticia que personas perseguidas por exigir libertad fueran obligadas a regresar a una dictadura", afirmó.

La activista Saily González Velázquez ha sido una voz clave en la visibilización del caso. Recordó que Casanella fue expulsado de su centro de trabajo y que, tras un largo proceso de hostigamiento, tuvo que abandonar Cuba junto a su familia hace más de tres años. Desde entonces, su lucha ha continuado desde el exilio, buscando en Estados Unidos el amparo que su país de origen le negó.

"El caso de Oscar no es solo el de un hombre que pidió libertad, sino el de una familia que fue castigada por tener principios", escribió González en redes sociales, haciendo un llamado urgente a los ciudadanos y líderes políticos para apoyar su causa. Incluso ha solicitado la atención de la congresista María Elvira Salazar, representante del distrito donde reside Casanella, para que acompañe este proceso crucial.

Lo que ocurra este martes no solo determinará el destino de una familia, sino que también pondrá a prueba el compromiso de Estados Unidos con quienes han sacrificado todo por defender la democracia. La decisión que se tome no solo tendrá impacto jurídico, sino también un profundo significado moral.

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