“Nos domesticaron… y podrían volver a hacerlo”: el poderoso mensaje del Padre Alberto Reyes
Redacción de CubitaNOW ~ sábado 11 de octubre de 2025

El Padre Alberto Reyes Pías vuelve a sacudir conciencias con una reflexión que muchos cubanos sienten en lo más hondo: “Nos domesticaron… y podrían volver a domesticarnos”.
En esta parte de su texto “He estado pensando…”, el sacerdote aborda el tema del contagio ideológico, esa repetición constante de mensajes simples y emocionales que terminan moldeando la mentalidad colectiva, aun cuando la realidad los contradiga.
El contagio
"Hay una frase muy conocida que se atribuye al ministro nazi de propaganda Joseph Goebbels: “Una mentira, repetida mil veces, se convierte en verdad”.
"Los sociólogos saben que, aunque algo no sea verdad, si se repite constantemente, termina por convertirse en una idea familiar y en consecuencia, aceptada por la masa, sobre todo si esa idea conecta con nuestras emociones: miedo, orgullo, esperanza, odio…
"De ese modo, la repetición constante y por todos los medios posibles de una idea simple y emotiva, provoca un contagio masivo y va siendo aceptada por la mayoría de la gente.
Este es el principio básico, pero no es todo el proceso. Este mensaje simple debe plantearse como una realidad que divide a ´buenos´ de ´malos´, de modo tal que quede claro que quienes repiten el mensaje son considerados ´buenos ciudadanos´, mientras que aquellos que lo cuestionan son calificados de ´traidores´, ´desinformados´ o ´confundidos´.
Así, desde el inicio de la Revolución, fuimos adoctrinados a base de consignas emocionales simples y repetitivas. Todo lo malo ha sido siempre causa del Imperialismo norteamericano, ese Imperialismo que quiere destruirnos, aniquilarnos, aplastar nuestra soberanía y nuestra identidad.
"Pero a pesar de todo, el Imperialismo nunca ha logrado someternos ni lo logrará jamás porque somos un pueblo de resistencia y victoria, un pueblo donde ´no se rinde nadie´, a pesar de los disidentes, que son invariablemente ´agentes del enemigo´.
Estos han sido los mensajes con los cuales hemos crecido, repetidos hasta la saciedad en la prensa, la televisión, la Mesa Redonda, el Noticiero… difundidos a través de todos los institutos y medios de enseñanza, coreados en actos públicos, consignas, canciones… siempre bajo la atenta mirada de los encargados de calificar de ´revolucionarios´ o ´contrarrevolucionarios´ a los destinatarios.
Seis décadas después, aunque la realidad contradice el discurso, y esas consignas resuenan como cascarones vacíos, sí encontramos personas en las que este adoctrinamiento aún persiste. Otros no lo creen plenamente pero conservan esa visión de fondo de nosotros víctimas / ellos agresores´, sin matices.
Pero lo que sí sigue siendo frecuente es la cantidad de personas que, aún sin creer en este discurso, prefieren no cuestionarlo abiertamente e incluso parecen haber pactado serenamente con una doble vida donde, en el ámbito privado, expresan su desacuerdo con el sistema y sus deseos de un cambio, y a la vez no les importa participar en todo acto público de apoyo al sistema.
´"La masificación es triste, pero es real. Pensar y actuar desde la razón que reconoce la realidad, es un acto deseable, pero implica el valor de expresar un criterio propio, aunque ese criterio se oponga a la versión oficial del gobierno. La buena noticia es que mucha gente es capaz de tomar este camino y es capaz de enseñarlo a sus hijos.
"Hace ya un tiempo, una niña de ocho años dijo en medio de su clase:
- Maestra, yo no logro entender cómo es que todos los americanos son malos.
A lo que la maestra respondió:
- No es el pueblo americano el que es malo, son los gobernantes americanos los que son malos.
- Bueno – replicó la niña- a mí Cristo me enseña en el Evangelio que hay que querer a todo el
mundo, a los buenos y a los malos.
- Y a ver –quiso saber la maestra- ¿tú quieres a Fidel?
La niña la miró y respondió:
- Maestra, se lo acabo de decir, a todos, a los buenos y a los malos´.
"Hay respuestas que son perfectas"