El cantante urbano Nicky Jam ha vuelto a abrir su corazón en una entrevista donde relata, sin filtros, el camino tormentoso que lo llevó desde los barrios más oscuros hasta la cima de la música latina. Reconocido por su voz melódica y su dominio del reguetón, el artista asegura que su historia es más que una carrera musical: es una historia de supervivencia.

“Vengo de lo más bajo”, dice Nicky Jam, haciendo referencia a su infancia marcada por la adicción de ambos padres.

Desde pequeño, creció en un ambiente caótico donde las drogas, la pobreza y la violencia formaban parte del paisaje diario.

Muy pronto cayó en sus propias adicciones, y con solo catorce años ya enfrentaba una lucha interna que duraría más de una década.

“Me intentaron matar muchas veces, pero el primero que quiso matarme fui yo mismo”, confiesa con brutal honestidad. Su vida personal estuvo plagada de momentos límite: relaciones peligrosas, enemigos en el mundo del crimen, y un historial de decisiones autodestructivas.

Llegó incluso a tener problemas por involucrarse sentimentalmente con parejas de personas “muy duras”, en sus propias palabras.

Pero su historia no terminó ahí.

Nicky Jam asegura que la música fue su tabla de salvación, su talento natural fue su única constante en medio del caos. “Gracias a Dios, a la música y a mis fans, soy el hombre que soy hoy”, afirma.

La transformación no fue fácil.

Pasó por rehabilitación, se mudó de país, rompió con viejos hábitos y amistades, y empezó prácticamente desde cero en Medellín, Colombia, donde encontró un nuevo comienzo.

Desde entonces, su carrera resurgió con fuerza, cosechando éxitos globales como “El Perdón”, “Hasta el Amanecer” y colaboraciones con artistas de talla mundial.

Hoy, Nicky Jam no solo es un ícono del reguetón, sino también un ejemplo de resiliencia.

Con una historia marcada por caídas y redención, se ha convertido en una voz que representa no solo el ritmo de la calle, sino también la capacidad de levantarse del polvo con dignidad.

fuente del video y fotos: El Hormiguero

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