Nadie quiere limpiar hospitales; estado envía refuerzos 'voluntarios'
Redacción de CubitaNOW ~ martes 16 de diciembre de 2025
La imagen de hospitales desbordados de basura y suciedad en Cuba ya no sorprende, pero sí indigna. En Santiago de Cuba, como en muchas otras provincias del país, la falta de personal de limpieza en las instituciones de salud se ha convertido en una crisis silenciosa que golpea directamente a los más vulnerables: los enfermos, los ancianos y los niños. Nadie quiere hoy ser trabajador de Servicios Generales en un hospital, y las razones sobran: salarios miserables, condiciones laborales precarias y una total falta de reconocimiento.
Ante esta realidad, el Estado ha optado por una solución que intenta vender como “solidaridad” y “compromiso social”, pero que en el fondo no es más que un parche improvisado para ocultar el abandono estructural del sistema.
Cuando no hay quien limpie, llaman a trabajadores de otros sectores: Cultura, Comercio, Gastronomía, Educación, Comunales, incluso del Puerto "Guillermón Moncada". Personas ajenas al sistema de salud son sacadas de sus puestos habituales para asumir tareas que deberían estar garantizadas de manera estable y profesional.
Estas brigadas circunstanciales realizan labores críticas como la limpieza de baños, salas y pasillos hospitalarios, espacios donde la higiene no es un gesto altruista, sino una condición básica para evitar infecciones y complicaciones médicas. En centros pediátricos, esta situación resulta aún más grave.
El discurso oficial presenta estas acciones como ejemplos de unidad y entrega revolucionaria, evitando reconocer la raíz del problema: no hay personal porque nadie puede sobrevivir con esos salarios ni trabajar en esas condiciones.
Se insiste en la consigna de que “más que criticar hay que aportar”, como si señalar lo que no funciona fuera un acto de egoísmo. Pero criticar también es aportar cuando se hace desde la realidad y con responsabilidad. La solidaridad no puede, ni debe, sustituir la obligación del Estado de garantizar servicios esenciales. Un hospital no puede depender del voluntarismo semanal para mantenerse limpio y seguro.

Detrás de las fotos y los mensajes triunfalistas hay una verdad incómoda: el sistema ya no sostiene ni siquiera sus funciones más elementales. La carga se traslada a trabajadores que no fueron contratados, capacitados ni remunerados para estas labores, mientras se normaliza el deterioro como si fuera parte del paisaje cotidiano.
Reconocer el esfuerzo de quienes acuden a limpiar es justo y necesario. Lo que no es justo es normalizar el abandono. La solución real pasa por garantizar personal estable, salarios dignos y condiciones laborales humanas. Porque cuando la solidaridad se convierte en obligación, deja de ser virtud y se transforma en evidencia de un Estado ausente.
Fuente: Yosmany Mayeta Labrada