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Museo 'Carlos Baliño': símbolo traicionado en el centenario del Partido Comunista de Cuba

Redacción de CubitaNOW ~ sábado 21 de junio de 2025

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El Museo "Carlos Baliño", ubicado en el municipio de Guanajay, ha pasado de ser un sitio emblemático para la historia del comunismo cubano a una estructura vacía, vencida por la desidia y el tiempo.

Su cierre desde 2019 y el progresivo deterioro de su infraestructura han convertido lo que debía ser un templo de la memoria revolucionaria en una metáfora dolorosa de la negligencia institucional. En el año del centenario del primer Partido Comunista de Cuba, el museo no tiene ni techo, ni fecha de reapertura, ni voluntad real de rescate. Una vez más, la historia queda relegada cuando no sirve a los intereses inmediatos del poder.

Carlos Baliño, uno de los fundadores del primer Partido Comunista de Cuba, no cuenta siquiera con un busto en su tierra natal. Las condiciones del museo que lleva su nombre son deplorables: la colección está hacinada, las paredes sufren daños estructurales, el techo permanece sin impermeabilizar y parte de las tejas ya están arruinadas. La poca inversión aprobada no alcanza y las promesas institucionales se disuelven entre la espera de donaciones y la inercia burocrática. Es evidente que, aun cuando se trata del legado fundacional del sistema político que gobierna Cuba, la dictadura solo actúa cuando conviene, y lo demás, incluso la memoria revolucionaria, es prescindible.

Expertos como el historiador Leonardo Camoeira y trabajadores fundadores del museo, como Mercedes Záceta, coinciden en su diagnóstico: el abandono ha sido sistemático y desmoralizante. Pese a los esfuerzos mínimos de conservación por parte del personal, la colección está en riesgo permanente, sin condiciones de humedad controlada ni estructura que garantice su protección. Mientras tanto, funcionarios locales colocan sus “esperanzas” en una manta impermeable de donación, ilustrando el nivel de precariedad institucional.

Este caso no es una excepción, sino parte de una tendencia alarmante. Otros patrimonios nacionales como la imprenta El Arte en Manzanillo, el Teatro Musical de La Habana o la Terminal de Ferrocarriles de Morón están sumidos en ruinas. El gobierno, incapaz de planificar y priorizar, deja perder estructuras históricas mientras multiplica discursos sobre identidad, cultura y soberanía.

La paradoja es brutal: un sistema que nació en nombre de la historia, la justicia social y la conciencia política, destruye sin pudor la materialidad misma de su memoria.

Así, el centenario del primer Partido Comunista de Cuba llegará sin museo, sin busto y sin homenaje digno. La historia, en manos del poder, se utiliza, se olvida o se entierra. Y el pueblo, cada vez más distante de su pasado, queda atrapado entre el olvido y la ruina.


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